lunes, 20 de septiembre de 2010

Camaleonicamente hablando...

Estoy en Fornells. Llueve. Perder tu amor debería de ser una tragedia parecida al Ébola o a la peste. Me influencian las palabras de Aída Argüelles, pero es que en la cantidad de líneas que leo, te busco a ti.

Me encanta que llueva en Fornells. La gente corre y ríe. Amo esta silla en la que me acabo de sentar. La amo como hace tiempo que no amo nada en la vida… Tengo ganas de besarla y explicarle lo feliz que estoy. Amo lo que veo. Y amo este restaurante sin pinta de llamarse como me dijiste, El Pescador.

-¿Aquí tienen caldereta de langosta fresca para cenar esta noche?
-…
- ¿Es que necesito que sea fresca, sabe… seguro que es fresca, no congelada, no?
-…

Amarte es como amar a un volcán. Me quemo. Me quemas. Me abrasas. Es imposible que me duerma tranquila en tu cráter. Me he despertado con una pelea. Una pelea y un taladro. Siempre me duele la espalda cuando no duermo en mi cama. También he soñado en un bebé que se convertía en papel. Pero luego se me olvida, y siempre digo que nunca me duele nada. Iba a correr. Tenía toda la ropa puesta, incluidas las zapas y la música… cuando he decidido que no me apetecía correr. No por la mañana. Lo que realmente me apetecía por la mañana era desayunar un bocata. Desayuno un bocata todos los días de mi vida, porque antes era algo que solo hacia de vacaciones. Algo que solo hacía en vacaciones y que sin embargo me hace entupidamente feliz, así que un buen día decidí que no voy a ceñir mi felicidad a las vacaciones. Y desde ese día lleno mis días de “no vacaciones” con detalles que hago “de vacaciones”. Y uno de esos es explayarme ante un bocata como si no tuviera prisa alguna. Como si se hubiera detenido el tiempo. Entonces apago el reloj de mi teléfono. Apago mi teléfono. Apago la radio, Apago mi coche. Apago mi despacho. Apago el bar. Apago la ciudad. Apago la isla. Apago mi mundo. Apago mis ojos. Apago mi insaciable apetito sexual. Apago mi vida. Apago el tiempo. Y solo soy para ese bocata. Para ese bocata y para un café. Cuanta felicidad dios mío. Creo que voy a reventar de placer.

El camarero me sonríe y me mira de arriba abajo. Todavía no he entendido por qué se pronunció tu enfado al relatarte con mi especial manera, (todavía no sabes cuanto puedo ser en relato especial…) y con mi manera tan especial, sobre esos que me miran de arriba abajo. Todavía no he entendido por qué eso te enfada tanto. Los kayaks son abiertos. Que pena que los kayaks que alquilan en esta tienda de “deportes de aventura” sean abiertos. No tienen ni idea. Aventura no es hacer una salida tranquila de kayak. Aventura es estar colgada de un hilo a tu corazón. Que te encante la escalada, y que allí esté yo, colgada de un hilo, mientras tú sigues esa despeñada superficie conmigo colgando de cualquier manera… y que si ahora subes, que si ahora te caes, que si ahora me quemo en un abrazo arcano, que si ahora vuelves a escalar…

- ¿Y me pueden preparar para esta noche una caldereta para una persona? – la persona soy yo, pero eso entiendo que el camarero de la sonrisa lo sobreentiende…
- No, la caldereta es para compartir, dos personas mínimo – El de la sonrisa tiene el cerebro lavado por las estúpidas políticas de empresa y no se va a mostrar nada flexible… eso me empecina a insistir…
- ¿ Y si tienen una mesa de dos que les pida una caldereta, no pueden hacer la caldereta para tres y me sirven a mi esa tercera parte en un plato?
- No señorita, eso no lo podemos hacer, entienda que los clientes de la mesa de dos no comprenderían que...

Se de sobra que los clientes de la mesa de dos comprenderían que yo sola no puedo pedir caldereta… Se de sobra que se emocionarían cuando luego yo les invitara a su caldereta por semejante gesto de amor… Se de sobra que todo el restaurante se emocionaría al saberse invitado por mi a todas las calderetas de esa noche… Porque tú me has dicho que pruebe aquí una caldereta, y de repente solo vivo para realizar esa, mi misión.

Tengo la habilidad de explicarlo todo hablando, y de explicarme bien. Es un arma. Como mi particular forma de expresarme. Como mi particular gesticulación corporal. También son un arma. Confío mucho en ello. Por eso siempre supe que debería ser o actriz, o abogada. Si fuera explicando las cosas con el orden que siento, con todo lo que me viene en gana, nadie daría un duro por mi. Por eso tengo muy trabajada la habilidad de parecer coherente… Miro al de la sonrisa:

- Me traes otro cafetito, ¿porfa? – Mi voz suena muchas veces mucho más estúpida de lo que quisiera hacerla sonar. Mi voz suena tan estúpida como pretendo hacerla sonar… El de la sonrisa pregunta
- ¿Con leche? – Definitivamente, no entiendo la pregunta. Ese mismo camarero es el que me acaba de servir el primer café... Tengo ganas de contestarle que evidentemente, con leche, igual que el primero, que la gente no cambia de café así porque si. El tipo de café es un principio de vida. Un valor. La gente solo cambia de tipo de café si evoluciona hacia algo, o cuando le pasa algo grave. Te tiene que pasar algo muy grave para cambiar la forma que tienes de tomar el café. En cualquier caso, no en cuestión de un minuto. Decididamente, no entiendo esa pregunta. Fornells huele bien. Huele a sal y a la langosta que muchos han cenado ayer por la noche. Huele a sexo, y ahora huele a café. Sonrío al camarero. No asiento. Pienso que devolviéndole una misma estúpida sonrisa, lo entenderá todo. Sigo leyendo.

Me asaltan las ganas de irme ya a Binimel.la. Dejo 10 euros y libero la mesa. Benditos 2dias de vacaciones. Bendita soledad. No podría dar rienda suelta a tanto incomprensible capricho junto a nadie. Ayer visité Ciudadela corriendo. Ayer visité Mahon corriendo. Y Mercadal. Y Ferrerías corriendo. Y Alaior. Soy una turist-corriendo. Hago mi horita de footing, (la alargo a 1h30 o 2h00 por eso de parar a veces muchas veces para sacar fotos, respirar etc...) así. Hago sola lo que no podría hacer junto a nadie… Dios!! Me aburriría estar al lado de alguien como yo!!. Se trata de pasar 3 o 4 veces por las mismas calles, las mismas tiendas, las mismas aceras, las mismas personas (alucinadas, todo hay que decirlo)… Pero cuando he terminado mi inspección ya me se la ciudad de memoria. La ciudad me mira cansada. Sabe que la he expugnado. Asediado. Y agotada deja que la convierta en mi ciudad. Esta noche dormirá de un tirón. Eso que me debe.

Quiero otro café. Lo pido. Sigo leyendo. Escribo. Dejo otros 10 euros. Me voy de aquí.

Hace un sol bellísimo. He decidido que nunca en mi vida me tomaré una caldereta sola. No porque no pueda. Sino porque así lo acabo de decidir. Es una de esas cosas que, hay que compartir, para no ser rematadamente aburrida. La caldereta lleva el numero dos intrínseco. Viene bien sentirlo. El pelo me hace cosquillas en la espalda. Me encanta este viento. Amo haberme venido hasta aquí.

El de la sonrisa viene corriendo con el cambio.

Le sonrío.
Me sigue persiguiendo.

No lo entiende el muy cazurro, y eso que hablo su idioma.

Le vuelvo a sonreír.

Me escapo corriendo.

A
M
O


F
O
R
N
E
L
L
S
!
!
!
!

Cojo el coche y derrapo. Necesito escuchar música. Necesito conducir. Cala Pregonda. Leer, escribir, dormir, escribir, leer... Nadie mas que yo en mi mundo. Dormir. Leer. Cuanta felicidad.

Esta tarde vendré hasta aquí corriendo. Me encanta el viento. Hay muchísimo viento. Tanto que casi sale un niño volando. El viento va con ráfagas. Me quedo sola. Y me agrada mi sombra. Ella siempre está ahí. Respiro. El viento me limpia. Me limpia de lo fuerte que es. Me llena. Ya no soy yo, soy viento. Toda yo soy viento. Por fuera. Y ahora por dentro también. Soy capaz de volar. Es cuestión de cerrar los ojos. Vuelo. Ahora mismo vuelo. Al fin he sido capaz.

Vuelo de verdad.

Voy a limitarme a disfrutarlo.

Veo a tu mujer en cada esquina. Es una cara habitual... Esa coleta en alto...

Sigo volando.

No se como he llegado hasta aquí. Supongo, conduciendo. Que bonito es esto. Tengo ganas de llorar. Mierda. Estoy llorando a lágrima viva. Estoy caminando hacia cala Pregonda. El color rojo el verde. Los azules del cielo, los del mar... Veo como avanza mi sombra. En ella no se ve que lloro. En ella no lloro. Me gusta mi sombra. Es tan fuerte, es tan sólida. Es como yo sin mis defectos. Es como yo sin el detalle de mis imperfecciones. Mi sombra, cuando yo lucho, parece que lucha mas. Me encanta este viento que me despeina. A mi me deshace y amaraña el cabello. A mi sombra a penas si la despeina. Este viento me esta limpiando. Me estoy limpiando entera. Volveré nueva. Y volveré a empezar. Deseo ardientemente descubrir Cala Pregonda.

Me pongo en bolas. Es lo que tiene no estar en tu ciudad.

Es lo que tiene estar sola en una playa lloviendo. Con viento.

Leo. Duermo. Escribo. Grito. Lloro. Me baño. Aparece el sol. Aparece para mí sola.

Hola mi Sol. Te estaba esperando.
...

Me he levantado a las 7h30 porque el sol me quemaba la cara. Ayer fui a correr. Corrí, leí, escribí, leí otro rato y se me olvido ducharme y cenar. Hoy es otro día. Hoy si que me ducharé, después de correr... es decir, esta noche. A las 8h todo Fornells duerme. Solo la Palma parece que puede poner algún café. Hago tiempo disimuladamente, sin sentarme, de pie, para que no me toque a mi el primero de los cafés, con sabor a hierro. No aparece nadie. Empiezo a desear tanto el café que siento que me muero… Pienso muy muy fuerte “que se siente ya alguien y pida un café ” Sigo bordeando el bar. Mirando de reojo.Paseo lentamente. Vuelvo a de-reojo-mirar. El de la sonrisa me mira pensando que lo espero. Creo que piensa, y piensa, que quiero ligar. El cielo no me trae ese primer cliente... ¿¿qué le pasa hoy al cielo??? ¡que yo no aguanto más! Creo que no lo he pedido suficiente insistentemente. Me arrodillo. Me concentro. Nada. Alzo las manos. Empiezo a gritar.

QUE ALGUIEN VAYA A POR UN CAFÉ AL BAR LA PALMAAAAA ,... YAAAAAA

Nada.

El camarero ya no sonríe.
El camarero ha llamado a otros camareros que no tienen la misma sonrisa.

No puedo estar más nerviosa. Son las 8h20. Había olvidado que, para estos casos, siempre tengo un buen libro para leer. Siempre llevo varios libros encima. Uno de ellos es para estos casos. Me acerco a un banco del muelle y leo. Leo. Leo. Leo. Leo.

Leo.

Leo.
...

Mierda. Ya son las 10h.

Esto es bonito. Soy tan feliz. Me siento, muy tranquila, en el bar. Pido un café con leche, y un bocata de queso de Mahón. Leo otro rato. Nunca se parar así, en seco. Así de repente. No se nunca parar de leer... Si. Siempre "quiero más". No te preocupes, que me pasa con todo. Escribo otro rato. Veo a gente corriendo pasar. ¡¡Tengo ganas de correr yo también!! No. He quedado por la tarde con Anita. No puedo correr ahora también. Natalia se enfadaría. Sigo leyendo. Me río. Aída Argüelles es realmente buena. La chica que tengo al lado entiende, estoy convencida. Pero que entienda no significa que se haya fijado en mi... O si. Y las dos disimulamos. Estamos las dos leyendo. Bueno, yo leo de verdad. Porque no puedo parar leyendo... Ahora ya si. Ella lee y yo escribo. Me la imagino en el sofá de mi casa. Leyendo. Ella leyendo y yo escribiendo. Es bonita. Es más que bonita. Tiene una belleza celestial. Gestos de ángel. Seguramente sea un ángel caído del cielo. Decidido. He decidido que no la quiero en el sofá de mi casa. Tengo ganas de conducir. De subir a mi coche de alquiler y hacer kilómetros por esta hermosa isla, he topado con una cadena de música local que me pone todo lo que pido. Que hermoso día. Amo este día. Estoy enamorada de estar aquí. Solo pienso conducir y dirigirme hacia la Albufera des Grau. Ojala hasta allá hubieran 200 kilómetros. Conducir conducir, conducir. Le pido otro café al de la sonrisa. Me contesta "¿con leche??” Lo que tengo que aguantar. Me levanto y salgo corriendo.
...

Dios, que bonito es esto. Parece el fin del mundo y parece mi casa. Ando por las calles. Sola. Con sensación de plenitud. No consigo inspirar todo lo que quiero para llenarme de esto ahora. La nariz no me basta. Abro la boca. Quiero tragarme toda esta maravilla. La abro todo lo que puedo. La gente me mira y se aparta. Mejor, pues decía que me llenaba estar sola. Sola en este hermoso lugar. Me despido de Fornells, de sus barquitas, del café del hostal la palma, de las campanas de su iglesia, de sus piedras y el sonido del mar. De esta piscina natural que se convierte endemoniada con el viento. Me despido de su amor, de su olor a sexo, de lo que le he escrito. De lo que te he escrito a ti, porque necesito escribir al Mundo, y tu eres un buen filón para empezar con el Mundo. Para saciar mi urgente necesidad. Me despido de estos colores. Podría ser el Nilo. La gente corre. Curiosamente acabo de ver un tipo que estuvo el mismo fin de semana q yo en bcn hace 2años. Lo se porque lleva la camiseta de la cursa dels bombers. Que cursa aquella. Se me pone la piel de gallina al recordarla. De emoción. El Pla de San Mateo. Me ganarás de 15 minutos. Son demasiados 15 minutos para la misma distancia. Son demasiados 15 minutos para para 2 cuerpos que quiero como espejos. Son demasiados 15 minutos para que tu y yo seamos lo mismo. Seamos igual. Se nos confunda. Porque tu eres un toro. Y yo a tu lado parezco una ballena. A lo que iba. Me voy Fornells. Eres mío. Ya te he hecho mío. Y como pueblo mío, como lo es Cadaques, Cabo de Gata o Santa Gertrudis, muy pronto, volveré. Ahora solo quiero conducir. Adiós


Adiós

Adiós


Adiós


Coche, Albufera des Grau, Coche, parking aeropuerto de Menorca. Dejo coche. Avión. Que hermosa eres, Menorca. Hola nubes. Hola y hola nubes. Hola cielo. Cielo. Nubes y nubes. Dios… Ibiza. Se me eriza la piel de la nuca. Me galopean mariposas en el vientre. Ibiza. Que hermosa eres Ibiza... Ibiza Menorca, Menorca Ibiza y tiro porque me toca. Mi corazón se reparte entre las dos. En mi corazón hay amor para las dos Menorca, Ibiza... Ibiza Ibiza... Aterrizamos. Salgo. Ibiza, te respiro en el aire.

Hola mi amor. Ya he vuelto.

martes, 10 de agosto de 2010

De reflexiones ignífugas...

Al igual que Marina, al igual que Sofía, o que la mismísima Clara, donde quiera que estés ahora, no debes pensar que te he olvidado.

Fuimos sin serlo. Fuimos en una posibilidad. Fuimos en sueños y más allá de ellos. Y te noté tan cerca, que solo con tu mirada me amabas todo el cuerpo. Solo con mi mirada, te hacía una y otra vez el amor.

Y mi silencio me devuelve a mi introspección más latente, más segura. Me refugio en mi misma pues ahí consigo hallar mi máxima felicidad. Recordándote. Reviviéndonos. Transformándote. Pasando horas recorriendo los minutos que he convertido en eternos.

Y al fin, consigo vivir sintiendo en cada brisa de aire algo tuyo. En cada trozo de cielo, tu olor. En cada luz tu fuerza. Y a pesar de ti, sigo amando. Sigo amando mi nosotras, tu yo… y nos encuentro en cada línea que devoran mis ojos, ansiosos de una vida que he abandonado hace hoy casi dos años… encontrando destellos incandescentes de tu yo, de mi tú, de mi misma, de nosotras, por doquier…

“Aún conservo fragmentos de nuestro amor vertiginoso entre las grietas del dolor y desconsuelo. Aún tiembla mi cuerpo al recuerdo de tus manos suaves y el silencio tiene la voz de tu voz, cada imagen rescatada por la memoria es un poco de vida para mis ojos, que ya no son más sin los tuyos. Fuimos más que Sofía y Marina, yo fui tú y lo seré nuevamente. Por las noches me visitas en sueños, y odio el sol porque nos separa, porque te aleja de mi. Te perdí una vez, y te pierdo cada mañana en la que me muestra la inmensidad de tu ausencia”.

“Para Marina que,
de todos los personajes de esta historia,
El es único cuyo nombre
no he tenido el valor de cambiar”

Irene González Frei.

De reflexiones ignífugas

Dios… Todo lo que hubiera podido ser…

Hubiera podido ser la historia más hermosa vivida. Tú ser mi hermana. Más que mi hermana. Mi reflejo. Más que mi reflejo. Mi alma gemela. Y más que eso. Hubieras podido ser yo, y yo hubiera podido ser tú, en ese paso de los años que todo cohesiona. Que todo afirma, y eleva hacia un infinito nuestro, único.

Hubiera podido reconocer en tu mirada, todas las palabras no dichas. Solo con posar la mía en su profundidad. En su abismo de gata. Y entonces, a pesar de todas las penurias humanas y deshumanizantes, tu sola mirada me habría inundado en un remanso de paz, olvidando el todo. Reforzándome. Sosegándome. Lanzándome de nuevo a volar para volver a soportar cualquier cosa. Etérea ante el mundo. Esa profundidad de tus ojos que han entendido, únicos, mi sentir… jurándome, sin palabras en aquel pacto tácito, que solo y exclusivamente yo sería tu otra. Que tú serías mi otra. Y que solo era cuestión de esperar. Susurrándome a través de caricias que el tiempo era solo eso, tiempo. Y que algo tan intenso, ambrosía de Dioses, bien valía la pena tanto sufrir vertiginoso, tanto dolor y desconsuelo, tanto silencio, tanto esperar.

Hubiera podido ser la historia más hermosa vivida. Una pena que empiece y pare en mi imaginación. Que todo sea únicamente fruto de esta.

Dios… fue precioso ese soñar… y aún así, una vez los ojos abiertos, noto presionando en mi pecho un corazón, que ya no reconozco mío.

miércoles, 7 de julio de 2010

Primeros minutos de un día de verano

Para recordar mi mañana de 7 julio de 2010…

Hace mucho que no despierto de una zozobra, túnel, profundidad, o como quiera llamarse que me pesa y me hace resurgir de muy muy hondo… No. Ahora solo me ocurre si puntualmente tengo fiebre, e incluso así, resulta agradable.

Son las 6h00 y suena el despertador. De nuevo irrumpe entre algún sueño gracioso. Ligero. Veo de frente una imagen reflejada. Sonrío. Ahora algo más morena entre sábanas blancas. Fuera el cielo es muy azul. Me gusta esa imagen reflejada y me gusta la ligereza del despertar. La radio me cuenta multitud de asuntos externos. Es curioso como choca con la intensa intimidad que vivo esos primeros minutos de conciencia. Esa intimidad que me protege del resto del mundo. Es verano. Me gusta el verano. Me estiro. Es el segundo mejor momento del día. Me estiro largo y harto. Todavía se mezclan en mi cabeza frases sin sentido de alguna conversación, ahora en sueño-vela. Me paro a pensar. No entiendo nada de lo que pienso. Parecen retales de alguna conversación. Afino. Nada tiene sentido. Debe ser que sigo medio dormida.

Me levanto a hacer un pis (lo siento, es que estoy relatando a lo Azorin cada detalle de mi día), y me vuelvo a la cama porque tengo 30 min. para leer. Es el tercer mejor momento de mi día, y solo son las 6h10… Si no estoy muy perezosa, hasta me hago un café. Si lo estoy, será la primera y espero única transgresión a mi voluntad del día… y siempre esa vez me la perdono, y me instalo con mi libro elegido siempre muy a conciencia. En esta época me regalo Viktor Frankl. No se si me gustará, porque hay muchas cosas de la literatura que no soporto. Ayer terminé “la mujer de mi vida”, y a la cola van Jung, “el error de descartes” y Rafael Echeverría. Siempre alternando estas con las lecturas de por la noche porque, la noche, da pie a otras lecturas. Mucho tiempo ha, también, que no aparece en mis sueños esa araña… y esa, esa una pletórica sensación. “¿Cuántos libros te lees a la vez?” me preguntó recientemente “no se, depende” creo que dije aunque soy incapaz de recordar lo que dije porque en momentos así me quedo como anestesiada. Anestesiada por todo lo que querría poderle decir. Y es imposible en 5 min. Ni en 10. Es imposible en 3 horas. Son cosas que solo se pueden ver. No explicar. Y solo se pueden ver desde cerca. Desde una continuidad del tiempo. Desde una forma solapada de compartir una vida.

Vuelve a irrumpir. Sacudo su imagen de mis pensamientos y comienzo la lectura.


“Ben: “Camarero”, dije alegremente, “mi vida es perfecta, sólo le falta un cuchillo”.
Estaba desayunando con un amigo durante una de mis visitas periódicas a Londres, para dirigir la Orquesta Filarmónica. Oí que alguien se reía detrás de mí y, al volver la cabeza, vi una niña de unos doce años, que lucía un peinado típicamente inglés, como si antes de cortarle el pelo le hubieran colocado un cuenco sobre la cabeza. Nos sonreímos y proseguí mi conversación y mi desayuno.
Al día siguiente volví a toparme con la pequeña en el mismo comedor y me detuve a hablar con ella.
“Buenos días, ¿cómo estás hoy?”
Se incorporó levemente y levantando un poco la barbilla, me respondió sonriente
“Perfectamente” dijo
Más, tarde, cuando ya se marchaba con sus padres, le grité con malicia desde mi sitio “que tengas un día perfecto!”
“Así será” respondió como si fuera la elección más fácil y obvia de este mundo.

Y con estas palabras se internó en el universo de lo posible

(“Invitación a lo posible, Roz y Ben Zander, 2000)

La ducha es una capsula de ideas. De pensamientos. Canturreo en la ducha. Eso puede significar que, ya de buena mañana, soy musicalmente feliz. El derecho. La empresa. La pasión. Todo se mezcla con el sentimiento. Con la expresión. Con la solución de conflictos. Con la empatía. Con el reto. Si, el continuo reto. Con la solución de lo que la gente piensa son “problemas”. Los clientes. Este núcleo de atracción a tanta y tanta gente. Este bebé. Le crecen alas. Las alas de cada una de las personas que tengo. Lo mejor de lo mejor. Y la fuerza tan poderosa que resulta de que todas y cada una de estas personitas piensen en como pueden hacer para mejorar su trabajo, mejorarse a ellas, de crecer. Y dándoles capacidad de hacerlo. Y creer en ello. Esa es una herramienta tremendamente poderosa. Y el proyecto de que se suban a bordo proporcionándoles los recursos necesarios…

“Si una apisonadora baja por la calle hacían nosotros, tenemos 3 alternativas: una, no movernos y que nos aplaste, dos quitarnos del medio, tres, subirnos a ella y controlarla”

Mi visión. Mis pautas. Mis modelos. Mi Mapa. Mis inquietudes. Si. Mis continuas inquietudes…

Dependiendo del día, me plantaré en la oficina, o me iré a correr. Generalmente cuando he estado dándole tantas y tantas vueltas a la ofi, lo que necesito no es correr, sino plantarme a las 7h00 – 7h20 ahí dentro y crear, y plasmar mis ideas. Aunque no será la primera vez que he desestructurado mis pasos y me he ido a correr, y duchado después. Si me inclino por el deporte, a las 9h00 como muy tarde estaré preparando el día. Luego observaré como llegan las niñas con sus caritas de recién despertadas. Algunas tan puntuales, otras agobiadas porque se han vuelto a dormir. Les organizo el día, y voy a por mi segundo café. Es una forma de recibirlas aunque ellas, ellas ni se enteren.

Luego pasará el día, se tropezarán citas, clientes, preguntas, soluciones, juicios, contratos, visitas, preguntas, puertas y puertas que voy abriendo, trazando la estrategia, y cerrando cuando, al fin, he conseguido dar un fin. El mejor fin. Y se encadena satisfacción. Evidentemente hay días con fallos. Pero ahí es donde surge el “how facinating” y me hace pensar como jamás, sin ese fallo, hubiese podido pensar. Esas son las puertas más grandes. Sin duda.

Y está, por supuesto mi hermano. Ancla. A barbas de gato. Pues, como dice, también soy un ancla para él. (él no utilizaría nunca ese término… claro que no!!, cuando le hablo de creencias, y de mapas mentales, me pone la misma cara que cuando le hablo de sensaciones o de minerales…)

En la oficina sonará el lago de los cisnes porque esta semana, sin que nadie lo sepa, he colocado los CD en orden para que sea la semana de su autor. Pararé a una de las niñas que tendré delante haciendo cualquier cosa que debe urgentemente terminar “escucha, sabes quién es?” “me suena mucho”… “Es Tchaikovsky… precioso… creo que lo echan en Can Ventosa, voy a ver si hay entradas por internet”… “si, seguro, en internet está todo, quieres que lo busque?”. Y efectivamente. Estará en internet. El 18 de julio a las 19h30 en Can Ventosa. Lo apuntaré a conciencia en mi mapa/agenda de Julio. Julio parece la vía láctea. Quiero hacer, para variar, demasiadas cosas.

Luego me vendrá otra con acento gallego “jefa… con esta música no se puede trabajar… te lo digo en serio… me desconcentra…” “pero qué cara tienes galleguiña… qué cara tienes…”

Y vendrá mi padre, con algún cotilleo de algún cliente antiguo que está por ahí. Hoy jugará España. Y me hablará de . Y de política. Y de economía. Y aunque solo sea para poder acercarme más a él, me lo habré estudiado.

Luego, sonará algún mensaje… Me desorientará.

Al principio recibió mi abrazo con cautela, luego con abandono. Me estremecí. No era tan solo el contacto de su cuerpo, era la sensación de que por mucho que yo la estrechara, que la apresara entre mis brazos, nunca alcanzaría ese espacio solitario donde ella habitaba.

Inasible. En contraste con mi infrenable anhelo. Puede que por eso la haga, constantemente, crujir.

Vuelve a irrumpir. Vuelvo a sacudir su imagen de mis pensamientos. Termino otra lectura.

En alemán todo suena extraño y poco musical, hasta que lees algo tan dulce como mein Bettschatz, que en traducción libre quiere decir algo parecido a: “El tesoro de mi cama”. Descubrí esta frase releyendo un libro de Kundera y me dejó pensando...

Son menos veinte, miro el armario. Tengo la impresión haber salido del medievo y necesito vestirme de medieval, con un artefacto atado a mi espalda que guarde mis flechas… será muy difícil convencer a los clientes de que un elfo les puede asesorar legalmente. Es algo que no se entiende. Es difícilmente comprensible que un elfo sepa tanto de leyes y le apasione estudiar… Difícilmente entendible porque se nos ha educado bajo unos estereotipos muy cerrados… Me bloqueo por segundos… No. Da igual. Puedo ir de elfo disfrazado de abogado. Y en cuanto empiezo a pensar así, me visto tan contenta. Es cuestión de simplificar las cosas. Es imposible alinear la mentalidad de todos con mi mentalidad… Para seguir con este orden preestablecido por un ente gigante que desconozco. Yo también me amoldo y decido salir así. De vez en cuando pincho… y despunta mi personalidad.

No se es que momento giraré el día para que se torne en mágico. Me he despertado, un día más, como si fuera mi cumpleaños porque, siempre, fue un día especial y muy feliz. Y hace tiempo que no quiero ceñir esa felicidad a un solo día por año. Ese reflejo es, efectivamente, mi primer momento feliz. Ahora me toca girar las cosas y “rebotarlo” a mi entorno. Pienso en que momento será. Cualquier detalle es válido. Cualquier persona la presa adecuada. Es cuestión de apuntar.

En este momento del día es cuando empieza mi urgencia y todo se precipita. Quiero estar cuanto antes en el despacho. Mil pensamientos, también, se empiezan a mezclar. Los sueños aún recientes. Mi imagen protegible, con la tremenda fuerza de un solipsismo que ya no comparte una cama por obligación, las líneas de los libros, las ideas de la capsula de ideas, la ofi, mi fuerza, sus ojos, aquel momento que llegará de humanizarte y obtener mi libertad… todo bulle en mi interior y debo exteriorizarlo de algún modo… un vórtice de palabras que me va invadiendo a medida que me acerco con el coche y todo me es extraño. Floto. No conozco peso. Ni tiempo. Ni exterior. Solo soy yo, internamente desaforada.

“¿Y cuando escribes?” “no se, depende”. Es otra de las preguntas que no se pueden contestar así como así…

domingo, 27 de junio de 2010

En honor a...

Limerencia... como cuando echo la vista atrás... y veo...

Veo tu silueta, Diosa, mi Musa, adentrarse en mi Templo. En nuestro Templo. En el Templo Devod. “no intentes hacerme cambiar...”

Suena en mi interior esa música de Deluxe... ”ya se... que no es... exactamente, lo que debería de ser... pero me río al pensar... que crees que voy a ceder... se que... no es fácil,...”

Dios... claro que no lo entiendes. Tú no te ves. No te ves acercarte. No te ves aparecer. No escuchas lo que se expande en mi interior, al verte toda tú, desde lejos. No... no escuchas esta música que suena dentro de mi, aunque sea solo un adorno a tu presencia. No nos ves a los dos.

Supongo que hay cosas que... claro que no entiendes. Tú no te ves, como yo, acercarte. Tú no te ves, como yo, aparecer.

“...pero al final tu caerás... y puede que yo ya no esté... no intentes hacerme cambiar... no me pidas ese favor...”

martes, 22 de junio de 2010

Ilusión 469


Cuando todo lo que tenía que ocurrir ya ha ocurrido… cuando lo que está por venir no se puede remediar. Cuando solo queda tu silencio. Cuando se me abre enfrente un mar. Cuando las palabras que surgieron, esas que fueron las más deseadas, las asesinaron de forma inmediata, sin más. Y tú dejaste que murieran. Y yo, inerte, me limité a contempar… reprimiendo aquella lágrima. Con el único fin de que no me vieras llorar. Y cuando ahora solo ves de mi una silueta. Recta. Firme. Erguida. Sin mirar atrás. Y no este cuerpo desnudo al que esconde, arrastrado, suplicante, tomado a tus tobillos, para que no nos vayas a olvidar. Cuando mis palabras que siento huecas “pasalo bien, deseo tu felicidad”, no expresan lo que siento, y solo son una forma para colocarme por encima del bien por encima del mal… manifestando una falsa magnanimidad de perdonarte de antemano, por todo lo que, a partir de ahora, pudiera pasar.

“Os quiero mucho”.

El y Ella...

EL



Eran las 8 de la mañana. Como cada día Ella se presentaba en la cafetería. El ya la llevaba esperando desde menos cuarto, ansioso.
Sin mediar palabra le sirvió un café. Café con leche y dos azucarillos. Había calentado la leche como de costumbre, muchísimo. Deseaba que se quedara cuanto más tiempo mejor. No podía dejar de observarla. Como sus blancas manos tomaban los 2 azucarillos a la vez para vertirlos en el café, y como se lo bebía a sorbitos muy cortos. Ella alguna vez le había dicho que le pusiera leche templada, pero ya tenía calculado que eso reducía a 3 minutos menos el tenerla delante. No podía dejar de mirarla y aunque temía incomodarla era superior su halo de atracción. Llevaba trabajando en aquel bar desde los 14 años, y nunca le había ocurrido nada parecido. Si, se había fijado en muchas mujeres impresionantes que habían pasado por ahí… pero con ella era distinto. Se había enamorado. Estaba convencido. Su vida giraba entorno a las 8 y las 8h10 de la mañana. A las 8h15 ya volvía a pensar en como programar las 8h00 del día siguiente. Como se vestiría, como se perfumaría, en que taza le serviría el café, y que periodico le pondría al lado de la mesa… Lo quería saber todo de ella. Cada día le cambiaba la prensa para advertir cual le interesaba y conocer sus gustos, pero nunca, salvo el primer día, consiguío verla leer nada. El primer día ella lo abrumó tanto que le salío todo al revés. Empezó a servir a los clientes lo que no pedían, a mezclar las cosas… la recordaba leyendo, pero no recordó nunca el qué. Por eso cada día iba cambiando los periodicos, y luego los periodicos por revistas, y por todo tipo de lecturas que pensara que le pudiera interesar… Pero ella solo tomaba el café y se marchaba. Unos meses atrás había intentado mantener alguna conversación con ella, “ trabajas por aqui cerca?” “no” contestó ella. Y acto seguido lo llamó un cliente para otro desayuno, y a la vuelta tenía el euro en la mesa y el vacío de su cuerpo de sirena en su taburete. Él no oía muy bien. Y por eso no se despegaba de ella mientras la tenía en el bar… por si algún día hablaba… pero a veces no le quedaba más remedio. Con lo unico que la mantenía más tiempo era calentandole lo más posible su café… 3 minutos más al día que hacía un total de 20 minutos más a la semana, que en total era estar 1 hora y veinte minutos a su lado, cada mes…Pero ese día presentía algo. Se tomó el café. A sorbitos como siempre… al irse, por primera vez ella le sonrió. Le dio las gracias, mientras dejaba el euro en la mesa, y se marchó. Nunca la volvió a ver por su bar.

ELLA




Ya llevaba casi un año entrando puntualmente a la cafetería que tenía debajo de su casa. Tenía que reconocer, que a pesar de lo serio que era el chico de la barra, le parecía guapo. Al principio intentó mil cosas con él: sonrisas, miradas… pero él no la veía. Ese chico estaba en su propio mundo y no notaba que una chica entre lectura y lectura del As no le quitaba ojo. Un buen día sin embargo ella se dio cuenta de que él la había visto, notó que apareció en el mundo de él a partir de ese día,… muchos meses después de que el llenara el mundo de ella. No sabía porque extraña razón sin embargo, ella no consiguió nada agradable de él. Por alguna extraña razón ella no le caía bien. Nunca le volvío a dejar en su lado el periodico deportivo que era el único que le gustaba leer. Y por mucho que se lo había pedido le daba un café tan caliente que no había quien se lo tomara. Su paladar cada día se hacía más insensible, pero cada vez le parecía el café más caliente. Se quedaba delante de ella hasta que terminara sin mediar palabra. Y alguna mañana que se levantaba esplendida juntaba todas sus fuerzas pàra conseguir preguntarle alguna cosa sin que él hubiera respondido. Como aquella vez que, después de una noche sin dormir, le pidió el café como siempre con leche templada y espero que él se la pusiera, y le preguntó “trabajas por aqui cerca?” “no” contestó ella y sin respirar le contestó “vivo aquí cerca, y en compensación de quemarme cada mañana los labios con tu café me podrías invitar a cenar esta noche”. El la había mirado mientras tando. La había mirado muy serio y con cierto aire triste en los ojos. Pero entonces el se fue a atender otra mesa que, a lo lejos, había gritado algo a la vez que ella hablaba. Entonces fue cuando decidió irse. Insistiría durante 2 meses más. 2 meses para ver si declinaba su invitación, 2 meses más para ver si la aceptaba. Siguió puntual a su cita de las 8h00, con la esperanza de que ese chico guapo de mirada triste le dijera algo algún día. Tenía la esperanza de que no le mintieran sus sensaciones. Pero pasó el tiempo. Y nada. Nada más que cafes calientes y ninguna prensa deportiva para leer. El último día, ella lo sonrió pensando que como hubiese sido lo que ya nunca sería. “Gracias” le dijo por primera vez. Y dejando un euro en la mesa se fue para no volver nunca más.

Un cuento...

Y una de las historias más intensas podrían comenzar con…

Una tarde. Una increíble tarde. Una puesta de sol. Una puesta de sol en una playa ibicenca. Dos novios. Dos novios… como no he visto igual. Tan jóvenes, ilusionados. Tan radiantes. En cualquiera despertarían ese sentimiento de felicidad. Y un fotógrafo. Un fotógrafo que, serio, indica… “A ver si esto funciona…” y la empieza a disparar. Dispara hacia ella dos veces. Dos. Como si probara la veracidad de su retina. Como para probar como enfocar. Como para probar que no se trataba de una ilusión, o de un fantasma pues, la había podido capturar.

“Perfecto” “Empecemos” “A ver, juega con su pelo” “Que os pillen las olas” “No, no la dejes escapar” “Asi, más cerca…”El fotógrafo sin ayudante. Podría ser el título de esta escena de una vida. Y la recien consciente de su problema de asertividad, se ofrece a efectos suplentes. Se ofrece a cubrir esa necesidad de que alguien le sostuviera, apuntara, y enfocara a la divina pareja, con un Flash… (Ese extraño flash que su padre mandaba sostener a Juan en todos y cada uno de sus cumpleaños… )

“Anda con los novios, manten la distancia, síguelos”… Mientras los últimos rayos de esa playa. Mientras los últimos colores de esa luz. Mientras parecían hablar. Parecían envolver a los cuatro. Dos, sin lugar a duda, los protagonistas. Dos, sin lugar a duda, se dejaban fotografiar. Y la brisa, cómplice, se aliaba con ellos. Y la brisa, cómplice, se aliaba con el mar. La gente que paseaba quedaba de espectadora. La gente que pasaba no podía continuar. Era por esas risas. Era por esa arena. Era por ese parón en el tiempo. Tiempo que lo había alineado todo, si, todo, para verlos desfilar. Hasta la madera y puntos de luz de aquel restaurante, los parecía observar… Aquel restaurante en un rincon al que apetecía, correr y adentrarse… escapar en la misma burbuja de tiempo… Robar ese momento, para hablar…

Algo rezumaba en ese ambiente… Algo de magia Ibicenca. “Ibiza es magia” la oyó susurrar…

Ahí sonreía la amiga. Ella feliz, por haber bajado hasta la playa. Ella feliz, por poder ayudar. Por poder compartir un Momento. Por poder siempre recordar que, detrás de esas imágenes que se inmortalizaran en el tiempo, estuvo ella… y un desconocido que hablaba algo más... “A ver si esto funciona…” “que luz tan peculiar” “A ver, juega con su pelo” “gracias por ayudar” “Que os pillen las olas” “Asi que ibicenca” “No, no la dejes escapar” “siempre te deberé una” “Asi, más cerca…” “tu no necesitas este flash”…

Y una de las historias más intensas podrían continuar con…

Una copa abandonada en una terraza. Una copa sin empezar. Ningun dato para volver a verla. Ningún dato para volverla a encontrar. Unicamente un par de fotos en la arena. Unicamente un par de fotos sin necesidad. Que revisaba día y noche. Que utilizar para comprobar. Comprobar desde aquella primera noche. Hasta cada una de las demás, que no se trató de una ilusión, o de un fantasma pues, la pudo capturar.

lunes, 7 de junio de 2010

Desbarrando con el Instinto

Arrancar esos minutos que fueron mi obsesión. Arrancar sueños que nacieron y perecieron con bastón. Arrancar el deseo que se quebró en su pulso al tiempo… a la razón... Arrancar cada una de tus imágenes de este corazón.

Recoger los añicos de mi deseo. Recomponer un reflejo en su troceado espejo. Rebuscar en los escombros de las ilusiones, encontrar un semilatiente corazón. Dejar que vuelen demasiadas palabras claudicantes. Desintegrar cada pregunta en la respuesta de lo que no existió.

Arrancar todo tu sudor de mis poros. Arrancar tu mirada clavada en mi interior. Arrancar esas mariposas tejiendo… siempre tejiendo sin decoro. Arrancar el desierto de tu esperanza… Y arrancar todo el rencor.

Palpar un imposible que vi con relieve. Dejar de imaginar tu calor. Callar los besos, negar que existes. Volver la frente al tenerte enfrente. Asumir que renunciando, nunca me quisiste. Arrojar toda mi fuerza, como un ancla, para vivir bajo Vida, mas sin dolor.






sábado, 1 de mayo de 2010

Ilusión 399, o el Arte de la Mayéutica.



"Querida Mechi

Gracias por tu oferta de ayudar, pero hoy creo que tengo todo bajo control

Firmado: Dios."



Un “¡Alto!”. Un parón. Tener la ocasión de que alguien baje el mentón explicándote como se hace para mirarse uno adentro. Que te cuente como es necesario parar. Que es un regalo. Y que es necesario regalarse algo asi. Pararte a sentir. Darte un tiempo y mirarte “aquí” “aquí dentro de ti”. Para entender.

Y como, cuando después del esfuerzo que ese aparente simple hecho requiere, toda la bruma deja paso a la claridad. Cuando se alinea ese sentimiento de emoción con la visión. El sentimiento con la razón… Cuando sientes cómo se alinea todo. Y todo se dispara de nuevo, y sales alígera hacia aquella dirección, correcta, consciente, enfocando tu objetivo.

“Sentir que en ti no hay nada más grande”, citando a JOHN WHITMORE… Pero pienso que igual que podría citar a Daniel GOLEMAN, a HEIDEGGER, o a Benjamin ZANDER, (este último en cualquiera de sus direcciones de orquesta, cualquiera de sus conferencias, e incluso en su “The Art of the Possibility”… )

Si. Podría citar a un sinfín de Personas que empiezo a conocer… en este embriagador mundo nuevo, que me enamoran. Un mundo nuevo donde, como decía el Principito, lo esencial es invisible a los ojos… y como aprendí en un viaje a Birmania, eres capaz de escuchar como va latiendo cada corazón.

“Acabo de volver de un campo que me curó heridas y me llenó de sol las

ideas.Es un vergel bellísimo que alberga hasta pavos reales y gallinas de

guinea. ¡Te hubiese encantado mi insolente!…y me hubiese gustado charlar

contigo al sol de la mañana conociéndote despacio, atentamente.Llenarte de

preguntas ansiosas por beber las respuestas y que me hables de tu vida de

sangre, ideas, anhelos, caricias y saliva.Verte en las pupilas el reflejo del sol

y las luces de este alma salvaje que te escribe.” Diario de Pat.

Podría referirme al igual que se refirieron Los Grandes, a “la comadrona de almas”, a matar el concepto de hombre como recipiente vacío que se llena de lo “de fuera”, para dar vida a ese concepto de hombre como proyecto, que posee todo el potencial, y más, para convertirse en de todo, lo mejor…

Podría referirme a cuando la "
pasión desborda las razones"…

Podría referirme también al llamado “FLUJO”.
Usted se encuentra en un estado extático en el que se siente como si casi no existiera. Así es como lo he experimentado yo en numeraosas ocasiones. En esos casos, mis manos parecen vacías de mi y yo no tengo nada que ver con lo que ocurre sino que simplemente contemplo maravillado y respetuoso todo lo que sucede. Y eso es algo que fluye por sí mismo.”… MIHALY CSIKSZENTMIHALYI, Flow:
The Psychology of Optimal Experience & Play and Intrinsic Rewards”

En cualquier caso, avanzo. Descubro. Todo se llena de colores. Es un mundo igual de mágico que el que me han descrito mis padres al pisar Nueva Zelanda. Parece que salto de Yo en Yo. Y parece que, de nuevo, empiezo a dejar atrás a quién no me acompaña. Es curioso que gráficamente imposibles, se puedan yuxtaponer estas imágenes “al hacer este ¡Alto!, estoy dejando a todo aquel que no me sigue”. De golpe. Como ya hice. Para subir un escalón más. Que inexorablemente aparece trazado en una inquietud, constante y latente. Muy interior. Muy mía.

Al fin y al cabo, citando ahora a Talmud, “No vemos el mundo como es, sino como somos”… Y muy probablemente se limite todo a eso. A ese control. A pensar que controlamos. Y por lo tanto, a controlar de verdad.

Cada uno puede dejarse avasallar por los millones de cosas que nos despistan de nuestro día a día. O hacer ese ¡Alto!. Y parar. A reflexionar. Con la más profunda disquisición que somos capaces de realizar de nosotros mismos. Y dejar de atiborrar esa máquina hacia su capacidad máxima sin darle un respiro en plena montaña.
En cualquier caso, lo importante es que cada uno pueda elegir. Y es libre de elegir. Parar a reflexionar y mirar su entorno. O seguir sin prestar atención a esa intangente expresión de las cosas, sin pararse a oir de otra manera a las cosas... en cualquier caso, que sea por elección propia... "Cada uno está donde elige estar. Y elige asi lo que es. Lo que quiere alcanzar. Y vivir hacia su “I have a Dream” por el que Personas como Martin Luther King, Jr. Murieron…

"We choose to go to the moon...". El sueño es gratis. El viaje no. La primera (a lo Porter) barrera para que las cosas no sucedan, somos nosotros mismos... La vida, esa elección tras otra. Esos continuos costes de oportunidad. Levantarse cada día con la gratificante sensación de estar en el camino de pelear por lo que queremos, sin dejar que, por no tener las herramientas suficientes, otros elijan por nosotros. Porque, "el que sabe valora. El que valora distingue. El que distingue diferencia. El que diferencia elige." Yohi Yamamoto.

Creo que podría seguir enlazando tantísimas cosas llenas de nuevos matices...

Asi que ya para terminar, solamente voy más allá, pero me quedo aqui... (otra expresión de cariz ambivalente... solo pretendo decir que aqui lo dejo, pues podría ir más allá aún, digamos que al más allá... pero eso, como diría David, "hoy no toca"...) : una vez obtenido, ese Sueño, no relajarse, no dejarlo volar. Sino que, a lo Gabriel Aresti defenderlo como lo hace con cada una de sus palabras en su “se perderá mi prole, pero la casa de mi padre seguirá en pie”.


"- ¿Y quién le enseño eso, doctor?
- El sufrimiento – respondió en seguida el médico."

Albert Camus, La peste.

lunes, 22 de febrero de 2010

Esto no es una ilusión


Ayer, finalmente, no gestioné mi domingo como tenía previsto. Mil y una ambrosías espontáneas que de repente regala la vida, lo impidió. Quería haber compilado con el esmero que merece todo lo que he escrito hasta ahora. Con su orden. Con sus espacios. Con su impresión. Con su portada. Inclusive, con su edición. No se el tiempo que me supondría eso, pero este domingo era el momento idóneo para organizarlo. Como cuando encuentro idóneo el momento de, abrir mi maletín, romper el plástico del lienzo elegido sin ningún azar, servirme en la enorme copa el Marie Brizard, poner esa música a tope, y encender esa pipa. O cuando en algún húmedo invierno alumbro las velas para tocar el piano y, encorvada, me enrollo una manta marrón y creo durante horas ser el mismísimo Chopin, interpretando, languideciendo, tosiendo. O cuando escribo en el papel rasgado con esta pluma, desvelada en plena noche, pues urge demasiado que cuente aquello que quiero plasmar en el manuscrito que se empapa de tinta negra, de palabras, de frases y de historias que de cualquier otra manera no tendrían un lugar para existir.

Los domingos son mágicos. No entiendo la nostalgia de un domingo. Entiendo su urgencia. Y su capacidad de creación. Su matiz kundalini. Pues bien. Ayer necesitaba reorganizar mi puntual caótica vida, reordenando un, de repente impresionante ordenado pasado. En parte porque temo dejar de estar aquí de repente por todo eso que pensaba desde muy joven. En parte porque todo esto que he elaborado a lo largo de los años siempre fue mi manera de ganar el pulso al tiempo. Es mi forma de perdurar en el tiempo. Y un escalofrío me recorrió desde la nuca hasta las sienes cuando, de repente, vi, el pulso ganado…

La increíble sorpresa fue encontrar, en un sobre cerrado con una pegatina en forma de diana, una carta que decía:

“a la Gema futura
para cuando dudes.
de parte de la Gema de 1996,
1 semanas antes de irme a Madrid”


No recordaba haber escrito esa carta. Se que es imposible recordar todo lo que he escrito a lo largo de tanto tiempo, pero siempre suelo tener una remota idea. Recordaba, eso si, en numerosas ocasiones haberme escrito “a la Gema futura”, y haberme, de esta forma, correspondido (de corresponsal) en el tiempo con mi actual yo. Con mi futuro yo. “Esto lo escribo para la Gema de dentro de 10 años” solía decir. Si, eso lo he hecho mucho. He hablado con mi futuro yo. He pensando a través de mi pasado yo.

Mientras recorría esas líneas encapsulada en un remanso de aislamiento mundano, no se cuantas horas debieron pasar. Pero la sensación fue hartamente reconfortante. Un infinito poder sobre el tiempo. Que ayer me dejó atónita. El contenido… claro, para mi es muy importante. Pero no deja de ser el fondo de esta impresionante forma de…

Una chica de 16 años temía que la misma de 24, 25 o 26 (no lo tenía claro), no quisiera volver a Ibiza después de irse a estudiar fuera. Y daba las razones por las que debía volver. Las enumeraba. Y eso no es todo. Las enumeraba de forma muy sintética y muy clara, analizando tan y tan segura de si sus prioridades. Las cosas que le hacían, sin ningún lugar a duda, tan y tan feliz: la música, el equipo, el deporte, el estudio, los amigos, y la familia. No había más. Tampoco había menos.

No se cuantas veces leí la carta. Al final de un buen rato, con la piel menos erizada pero el corazón agazapado en un puño, la doblé. Disciplinadamente, la cerré. Pegué de nuevo el círculo de la diana sobre el pico del sobre, como si nadie la hubiera abierto nunca… No sé. Fue una especie de respeto. Fue una especie de pudor. Puede que la Gema más futura aún, algún día, la vuelva a necesitar abrir, encontrando en ella nuevas y sabias soluciones…

lunes, 1 de febrero de 2010

Ilusión 312

Esta mañana, al salir a por mi café de las 10h00, vi en el parabrisas de mi coche una nota simulando una carta, con sobre, sello, dirección y todo, que simplemente decía: “me mudé, disculpa”. Sin firma. Sin letra definida. Sin ningún tipo de identidad. Fue una sensación extraña.

Historias de notas y coches tengo recopiladas unas cuantas. Y me vinieron a la memoria incluso las que no quería recordar… Sin embargo, focalizando en el presente mi atención, algo en el pecho me dio el vuelco necesario para, ligeramente, notarme caer. “Alguien se muda”. “Alguien desaparece”. Sentimiento contrario al del buen augurio del abejorro que entra en casa. Ahora parece ser que, sin tomar plena conciencia de la misteriosa identidad, ni de lo que todo ello supondrá, alguien hasta ahora presente en mi vida, decide perderse, escaparse, y zafarse de mi mundo.


"Una mujer se ha perdido, conocer el delirio y el polvo, se ha perdido esta bella locura, su breve cintura debajo de mí. Se ha perdido mi forma de amar, se ha perdido mi huella en su mar. Veo una luz que vacila, y promete dejarnos a oscuras.Veo un perro ladrando a la luna con otra figura que recuerda a tí. Veo más: veo que no me halló. Veo más: veo que se perdió. Una mujer innombrable, huye como una gaviota, y yo rápido seco mis botas, blasfemo una nota y apago el reloj. Que me tenga cuidado el amor, que le puedo cantar su canción. La cobardía es asunto, de los hombres, no de los amantes. Los amores cobardes no llegan a amores, ni a historias, se quedan allí. Ni el recuerdo los puede salvar, ni el mejor orador conjugar. Una mujer con sombrero, como un cuadro del viejo chagall, corrompiéndose al centro del miedo y yo, que no soy bueno, me puse a llorar. Pero entonces lloraba por mí, y ahora lloro por verla morir."
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Es, evidentemente, un Óleo de Silvio. Y es, evidentemente, esta Mujer con Sombrero, la majestuosa Renée Vivien.