jueves, 20 de diciembre de 2012

No quisiera que el fin del mundo me alcanzara sin confesar que:


 
-Una vez admiré a Teresa Rabal.
-Me apesta el Doctor House.
-Me aburre la política, los periódicos, y el telediario.
-Me hubiera encantado tener una hija contigo. Incluso dos. O seis.
-Me ocurre sorprenderme escuchando a Phil Collins.
-Me empaché de foie una noche. Creí ser una oca torturada. Y no lo volveré a probar.
-El problema del cine en general es que hay demasiados guaperas.
-El problema del derecho en general, es que va por detrás de la vida real.
-El problema en general, es que no existe la igualdad de oportunidades. Y el talento no siempre atisba. Lo que llamamos obras de arte suelen ser tentativas afortunadas de talentos que sí que pudieron llegar. Pero muchos talentos se perpetrarán en la sombra.
-En ocasiones pronuncio tu nombre después del éxtasis.
-En ocasiones, grito tu nombre.
-Hubiese podido ser músico profesional.
-Siempre que puedo, pinto. Con cualquier herramienta. Todo me sirve para dar color.
-Hubiera querido tener una preciosa galería de arte.
-Los escenarios me vuelven loca. Observando. U observada. Pero loca.
-Me hubiera encantado inmortalizarme contigo en alguna de esas fotos vintage.
-Es mentira que más de cien mentiras no digan la verdad.
-Es mentira aquello de ojos que no ven corazón que no siente. El corazón siempre pudo ver lo invisible pero que está ahí.
-Así de simple. Me gusta bailar.
-Yo también: dulzura, dulzura, dulzura.
-Chopin se reencarna los viernes noche en la única habitación fuera del mundo que da al mar y a siete faros.
-Me siento muy cerca de la Virgen María.
-Espérame y llegamos juntas.
-En aquel crucero hice cosas que aun no he confesado a nadie.
-Yo también soy fan de John Boy.
-A veces me ocurre. Escribo, escribo y escribo.
-El fútbol era más interesante cuando Zidane formaba parte del juego.
-El cine era más mágico. Antes.
-Ojala pudiera volver a sentir.
 -Me gusta cuando te concentras tanto que no pareces mía.
-Me he visto fuera de mi cuerpo, acariciando mi cuerpo. No lo sentía mío. Pero era mi cuerpo. Al tocarlo era como cuando te tocas un brazo que se te ha quedado dormido. Yo me veía tumbada e inerte. Me pregunto si eso es algo sobrenatural.
-Nunca he estado con más de 3 mujeres a la vez.
-Ya no concibo la vida sin una casa en el campo, sin perros, sin gatos y sin libros.
-Mataría por mi familia.
-No pienso soltar este cuaderno de Berger que me habla de Spinoza.
-No quiero verte. Quiero verte. No quiero verte. Quiero verte. No quiero verte. Quiero verte.
-Escribí. Escribí sólo para no morirme.
-Te costará aceptarlo. Pero no estás aquí sólo como testigo.
-A veces siento que no soy yo, y sí los sueños azules de una mujer desnuda.
-He amado hasta llegar a la locura. Y eso a lo que llaman locura, para mi como para Sagan, es la única forma sensata de amar.
-No consigo dormir. Tengo una mujer atravesada entre los párpados. Si pudiera, le diría que se vaya, pero tengo una mujer atravesada en la garganta. (La noche/1)
-Estoy harta de analizar si esto es felicidad.
-Algunos textos me han acariciado mejor que muchas personas.
-A mi también, que el fin del mundo me pille bailando.
-Hice lo que pude. Y a veces hice, incluso más.
-FIN

Un cuento de Navidad


 
-..." Hasta entonces yo no había conocido algo así. Ni siquiera me habría atrevido a soñarlo. Lo más intenso y profundo que había vivido estaba en las historias de mis libros. Dios. Mis libros. Me alimentaba de las historias de todos esos libros. Había vivido mil vidas distintas a través de ellos. Me llevaron a los lugares más maravillosos. Había sentido en mi piel la alegría, el miedo, la pasión, la desazón. Sabia cocinar, competir, tocar el piano. Conocía el olor de las magnolias. Y las pócimas de las flores que se encuentran en el Tíbet. Había llorado por la vida. Y por la muerte. También había aprendido a odiar. Y a perdonar. Los libros me lo habían enseñado todo. Había amado profundamente. Y me había dejado amar, también. En cierto modo, sólo ellos habían hecho mi fortuna, decidiendo el curso de mi vida... Hasta que apareció ella". -
La nieta abrió los ojos para escuchar mejor. Era abrumador sentir que en su sangre de niña circulaba la misma sangre de esa piel tan arrugada, tan abrazable, y tan suave, que sentía ya amaba muchísimo. A pesar de su corta edad, aquella nieta sabía que jamás se olvidaría de ella. De su olor. De todo aquello bueno que le transmitía. Sabia que jamás olvidaría una sola de sus historias. Y le prestaba tanta atención que prácticamente tenía la respiración cortada. Aquella boca arrugada continuó a hablar dulcemente.

-"Ella no tenía ni 35 años. Esa tarde su cara estaba muy cerca de la mía. Y todo su cuerpo se tendía todo a lo largo de la cama de la forma que sólo lo saben hacer los felinos. Entonces yo le dije: "Dame un año. Dame un año de tu vida. ¿Qué es un año? ¿Qué es un año para ti cuando habrás vivido un total de, no sé, tal vez 89 más? Después de un año conmigo te podrás ir. Nos dejaremos de ver. Si así lo deseas, después de ese año, yo no te molestaré nunca más".-

A su nieta le encantaba la navidad, porque se reunía la familia. Hacia muchos kilómetros junto a sus padres hasta llegar a aquella casa. Siempre era una fiesta llegar allí porque había cosas mágicas como sus galletas preferidas recién sacadas del horno. Era entrar a aquella casa de campo perdida entre montañas, y cerrar los ojos para disfrutar del olor a chimenea y a galletas recién hechas. Y todavía con los ojos cerrados la sorprendían los abrazos y los besos más tiernos del mundo. Luego las risas de sus padres, de sus tíos y de sus primos invadían cada rincón de aquel lugar. Después de la cena familiar llena de anécdotas que se atropellaban, empezaba lo mejor. Las historias.

Ya era por la noche. Estaban todos bebiendo té caliente. Té inglés. Se habían reunido frente a la chimenea. Alguno estaba dormido en el sofá. Pero la niña seguía bien despierta. Sentada en la alfombra, a los pies de aquella voz que le traía el cuento más hermoso. Junto a la gata persa. Con el plato de galletas al lado. Había estado esperando todo un año para volver a oír esa historia. A que se la volviera a contar. Esos ojos llenos de vida que desafiaban las leyes del tiempo, continuaron a brillar al pulso de aquellas palabras que prosiguieron, mirando a su nieta.


"-... Fue entonces cuando le hablé de Carl Jung: "Jung dice que el encuentro de dos personas es como el contacto de dos sustancias químicas: si hay alguna reacción, ambas se transforman". Recuerdo que nuestros cuerpos estaban tendidos en la cama tan cerca que, cuando ella empezó a reír, me sacudió también a mi. Era tan hermosa cuando se ponía a reír. Tenía una forma de reír que todo lo relativizaba. Hacía tiempo esa reacción química había empezado en mí. Pero ella era,... digamos, que algo más lenta. Sin embargo, fue esa frase. Fue después de esa frase, que, desnuda, se levantó de la cama.  Se alejó de mí. Abrió la ventana. Se llevó la mano derecha a la muñeca izquierda. Y se desabrochó el reloj. Por aquella ventana abierta miró el infinito que le devolvió un infinito. Y tiró su reloj al mar. Luego, esbozando su sonrisa etrusca, volvió a mi lado. Y si. Me concedió ese año. Y alguno más. Porque desde entonces, mi pequeña, y hasta hace hoy dos años, la abuela nunca se separó de mi. Me pregunto por qué aquel día, a través de esas palabras que engendran el futuro, yo no pronuncié 99 años..."-

miércoles, 12 de diciembre de 2012

Leyenda India

Un viejo indio estaba hablando con su nieto. Le decía:- "Me siento como si tuviera dos lobos peleando en mi corazón. Uno de los dos es un lobo enojado, violento y vengador. El otro está lleno de amor y compasión". El nieto preguntó: "Abuelo, dime, Cuál de los dos lobos ganará la pelea en tu corazón?"

El abuelo contestó:- "Aquel que yo alimente"

viernes, 7 de diciembre de 2012

Cortázar

Por los tiempos que corren, os dejo este texto de Cortázar.
Que me apropio, sin despeinarme.
 
 
Lo que mucha gente llama amar consiste en elegir a una mujer y casarse con ella. La eligen, te lo juro, los he visto. Como si se pudiese elegir en el amor, como si no fuera un rayo que te parte los huesos y te deja estaqueado en la mitad del patio. Vos dirás que la eligen porque-la-aman, yo creo que es al revés. A Beatriz no se la elige, a Julieta no se la elige. Vos no elegís la lluvia que te va a calar hasta los huesos cuando salís de un concierto.” 
                                                          Capítulo 93 de Rayuela

Ilusión 2012




Me encanta viajar sola.
Me encanta deambular sola por las calles de las ciudades para expugnarlas. Para hacerlas mías. Mías de mi interior y de mis pensamientos. Me encanta recorrer caminos nuevos. Y pensar que son lugares que, los ancestros de nuestros ancestros han conocido.
 
La gente no se enamora. No suele hacerlo. Es algo único y raro (raro de poco habitual). La gente necesita gente. La necesita para apaciguar sus inseguridades. Su soledad candente. Sus desilusiones constantes. Sus insatisfechas carencias.

Hace tiempo me erguí en autosuficiente. No es mérito propio. Es la sangre que circula por mis venas. Doy un paso y lo da mi madre. Y tambien lo da mêmé. Y la madre de mêmé. Y todas sus abuelas. Vengo de una familia de mujeres fuertes. Y no fuertes por feministas. O porque se creyeran más. No. Eran fuertes por lo que sentían al dar el primero de los pasos en esta tierra. Esa seguridad al notar que por ellas corría la sangre de millones de ancestras más. Todas las madres que han vivido en ellas. Las mismas que ahora a mi me habitan, y a cada paso que doy, transitan por mis venas.
 
Y eso otorga una fuerza excepcional.



jueves, 8 de noviembre de 2012

Cuando el hambre aprieta.


Me enamoran
Las risas
Las prisas
De tu mirada
Acelerada
De las cenas
Que congelan
El momento
Y distorsionan
Cualquier tiempo
Y cualquier cena
Que en la historia existió.

El silencio
De esa mirada
Que sin cura
Nunca calla.

Mi locura
es sagrada.
No me toquen
Por favor.

De los hoteles
Que quisimos compartir
Sólo quedan
estos versos
Que se niegan a morir.

De las ciudades
Que quisimos visitar
Quedan sólo éstas brasas
Que no quieren apagar

Lo que siento,
Y tu culto
Más lo oculto,
Y más crece.

Nunca tuve
Otra religión
Que tu cuerpo de mujer.

Viajero que regresas
A esta ciudad helada.

Con tu dulzura
Que siempre empapa
mi razón.

Viajero que regresas
A la tierra desolada

Ten piedad de mí.

 

viernes, 5 de octubre de 2012

Di, ¿has amado alguna vez?

Un alma enamorada calla.
"El amor es el silencio más fino, el más tembloroso, el más insoportable.”
Jaime Sabines.
 

Un alma enamorada, a su manera, grita.
Por aquello de lo insoportable de su silencio.

Lao Tse, Tao te Ching, cap. 11-.


Treinta radios lleva el cubo de una rueda; lo útil para el carro es su nada (su hueco). Con arcilla se fabrican las vasijas; en ellas lo útil es la nada (de su oquedad). Se agujerean puertas y ventanas para hacer la casa, y la nada de ellas es lo más útil para ella. Así, pues, en lo que tiene ser está el interés. Pero en el no ser está la utilidad.”
 
Al menos, hace pensar un rato.
Título de la foto: La Nada.

Nota: ¿es posible prender fuego al infinito?.


Tu boca no es tu boca. Es la memoria de tu boca.
Mi memoria.
Que se retuerce en su oquedad para recibir las últimas gotas.
De tu saliva.
Que no es tu saliva. Sino la memoria de tu saliva.
Sobre mi pecho.
Sembrado de estepa blanca marchita.

 
Ya nadie riega mi pecho.
Tres gotas de tu saliva no me bastan.
No bastan a este pecho adusto.

 
Y aún, si lo fueran.

 
Pero no son siquiera gotas reales.
Un espejismo
Son la memoria de unas gotas.
De tu saliva.

 
Y mi memoria.
Que es tenaz como la lluvia.
Ojala fuera lluvia y no memoria.
Para borrar. Para disolver. Para regar. Para dar vida.
 

Pero mi memoria,
es hoy espejismo.
Y es hoy yermo. Es esquivo.


Y confunde - todo lo confunde -
un fuego que me arrasó
(Apártense de él, les aconsejo)
Con El Verbo.
Dios.
Con aquel Verbo posesivo.

Efectivamente, un microcuento involuntario.

Detalle del poema Ausencia, de Borges.


“Tu ausencia me rodea  / como la cuerda a la garganta”

 

 

miércoles, 12 de septiembre de 2012

Oración

"Líbranos, Señor,
de encontrarnos
años después,
con nuestros grandes amores."

"Inmovilidad de los barcos" 1997
Cristina Perri


lunes, 10 de septiembre de 2012

Mis siete mandalas. O el arte de cambiar el pasado accediendo al futuro.

No lo busquéis en el oráculo. No. Porque éste os hablará de un idioma sánscrito, y de formas del universo. Los mandalas en Google o en la wiki no son los mandalas de los que hablo yo aquí. En la Web, conservadora hasta la médula, sólo se inicia mi explicación. Y no desarrolla todo lo que los hindues y el resto de civilizaciones antiguas pretendían erigir.
 
Para encontrar el significado de "mandalas", tenéis que acudir a Almería. Más concretamente a Mojácar. Y en su más preciso detalle, a un 8 de septiembre de 2012. A un atardecer de las ocho de la tarde. Y a la voz del aire junto a la explicación del mar en la boca de uno de los invitados.
 
No voy a ir mas lejos de lo que se dijo allí. Ni analizar lo que, para el resto de la humanidad, realmente significa este término. Porque en un punto del espacio y del tiempo, con el consenso ni de muchos ni de pocos (eso es indiferente), sino de algunos, una tarde entre globos de papel que volaban en el aire sobre el mar mediterráneo, y transportando una llama y muchos deseos, se determinó lo que, a partir de ese momento, para mi el término "mandala" significará siempre.
 
"¿Qué deseas?" decía el cuento. Y el narrador le explica a su personaje principal: una pekeña muchacha con grandes ojos llenos de expectación, lo que es un mandala. "Quiero que me concedas mi deseo" dijo la niña. "No pekeña, tu deseo solamente te lo puedes conceder tú" contestó el narrador, haciendo que los ojos de la niña se redondearan más aún "¿Mi deseo? ¿Concedérmelo yo? ¿Cómo? Así no son los cuentos." Contestó ella medio insatisfecha medio expectativa de una sorpresa mayor. "Si los cuentos de aquí. Es muy sencillo mi pekeña: ve a tu deseo. Y obsérvalo bien en aquel futuro que lo envuelve. Examínalo de cerca. Acarícialo. Sacúdelo. Háblale al oído. Háblale también fuerte. Bésalo. Y provócalo. Confía en él. Y también duda, mostrándote fuerte. Para que él te conteste con fé y recordándote a su vez que él es tu deseo.
 
(…)
 
Hay muchas formas de ir. De ir a ese futuro digo, pekeña. Lo primero es ponerte en modo de visión. No me abras mas esos ojos azules, cielo. Para ponerte en modo de visión hay diversas maneras. Puedes cerrar los ojos y sentirlo. Puedes hacerlo antes de dormir, porque ese es tu momento más intimo. O a la primera hora al despertar. Arropada por el fresco cielo azul de las mañanas, y la forma que tienen de cantar los pájaros cuando ellos también se levantan. O bien lo puedes escribir. Yo, pekeña, tengo mi propio cuaderno. Para mis mandalas. Se llaman mis siete mandalas. Y he escrito por debajo, con mi pluma preferida para escribir, o el arte de cambiar mi pasado accediendo a mi futuro. Te regalaré un cuaderno de piel roja, si quieres, para que tú también tengas un cuaderno de mandalas. Pero otra manera, si sabes, es detenerte a dibujarlo. O cantarlo. O incluso, lo puedes bailar. O esculpir. O contar. Lo importante, mi pekeña, es que te pongas en modo visión. Y llegues a tu deseo. Lo importante, pekeña, es que vayas ahí y te pasees por él. Y que lo sientas. Y analices tus sensaciones al tenerlo así de cerca. Al saberlo tuyo. Y que sientas cómo te encuentras en el. Una vez que has ido al futuro, mi pekeña, puedes volver todas las veces que quieras. Y pasearte por el, hasta hacerlo enteramente tuyo."
 
Ponerte en visión.
 
Como te imaginas, intensa, feliz, en dos años. En diez. En cincuenta.
 
Si tienes esa imagen clara, las neuronas se polarizan. El universo se alinea. Los multiversos convergen. Y conseguirás aquello que desees en tu vida.
 
El mandala y el arte visionario. El mandala y la hiperincursion. El mandala y la capacidad de modificar nuestro pasado desde el futuro. El mandala para conseguir ser aquello que ansiamos ser con una simple proyección.
 
Es demasiado íntimo que escriba en estos retales los mandalas de mi vida.
 
Sólo os explico, como una vez le expliqué a esa niña de ojos azules, que son siete.
 
Y que su significado real, está escrito en la tarde de un 8 de septiembre, en la playa de Mojácar. Junto a la arena, el cielo y el inmenso mar que todas las noches me mece.
 
 

sábado, 18 de agosto de 2012

Ilusión 14.732

No podré ir al Thyssen antes de septiembre. Nunca he sido una seguidora empedernida de Hopper, pero hoy en un especial de arte lo he mirado con otros ojos, me ha gustado, este artista ha empezado a cambiarme, y me ha empezado a interesar: “Algunos artistas, como Hopper, demuestran que el misterio mayor es el que arranca ante la evidencia, ante la realidad desvelada, exhibida, desnuda y desnudada”.

Es cierto que la pintura de Hopper se centra en las fotos que haría un Voyeur de la cotidianeidad de lo que a todos nos ha pasado, cuando resulta ser lo más vulgar (por cotidiano) y a nadie interesaría. Sin embargo. Empieza a interesar cuando esa realidad queda al completo desnudo.

“Dime mujer. Que apareces con toda tu fuerza desnuda. Intenso misterio que arranca en tu exhibición. Más secreta cuanto más te desnudas. ¿Dónde escondes ese misterio?”

No es exacto. Pero algo muy parecido, creo recordar, escribió Tomás Segovia.

miércoles, 25 de julio de 2012

Ilusión 14.001

Deja que mis manos se pierdan en tu espalda y vuelvan para hablarme de esas geografías. Para hablarme del punto exacto en el que fracasan todas las palabras.

Diálogos

UNO.
- Prométeme que me amarás siempre.
- No. Al amor no se le pueden dar órdenes. El amor pertenece a si mismo. Ciego a suplicas. Sordo a gestos de posesión. El amor es lo único mas fuerte que el deseo. Y la única razón justa para no sucumbir frente a la tentación. Lo que puedo es prometer ser sincera contigo el día que deje de desasearte. Porque eso significará que hace tiempo que te dejé de amar. Aunque haya luchado por no convertirme en uno mas de ellos. Lo que prometo es ser franca contigo si llegara ese día. Porque creo en la conducta espejo. Hace tiempo entendí que solo sé actuar egoístamente. Y así quiero que tú hagas conmigo lo que nos quede por vivir.

DOS.
- La vida está condenada a muerte
- No. La vida está condenada a vida. Y la muerte está condenada a vida.
- No.
- Si. En un espacio negro, en un caos, en la Nada, crecemos y por un tiempo nos creemos inmortales. La muerte está condenada a vida. Y eres capaz de sentir como resbala ardiente el café por tu garganta que vive. Y como se separa cada una de tus costillas de la piel, con el intenso frío. Eres capaz de cruzarte con centenares de personas al día. Y que sin entender de raciocinios, una haga que te des la vuelta. Yo soy capaz de sentir como cada una de mis terminaciones nerviosas son sensibles a los minúsculos cambios de temperatura de tu piel, reconociendo al segundo el comienzo de tu pasión, tu ola de calor, los latidos que profieres más hondos, más rápidos. El extraordinario milagro de tener tu cuerpo cambiando bajo mis manos. Desearte. Y sorpresa, que me desees. Que me desees es inverosímil, ¿sabes?. Extraordinario. Un accidente que sea tan intenso y recíproco. Un milagro. Cuando somos se consuma la inmortalidad. Y esa es la condena de la muerte, a la Vida.


TRES.


Y se nos ha impuesto una tarea ardua y difícil. Intentar ser felices aun a sabiendas que un día todo termina. Que un día dejaremos de estar aquí. O dejarán de estar nuestros seres más queridos.

Es increíble que, aún así, nos ocurra la felicidad.



sábado, 21 de julio de 2012

Ilusión 14.000



Bien. De nuevo. Curiosamente, cada cosa está en su lugar. En casa, las tazas de té están en su sitio exacto. Las sábanas de invitados. La ropa de verano. Incluso podría encontrar, cerrando los ojos, la estantería en la que ella guarda nuestros pijamas de invierno, perfectamente doblados, con una o dos bolas de naftalina.

Puedo con esta nueva mirada, apreciar también esos detalles que únicamente ocurren con el paso de los años. El jardín ha florecido y crecido en cada uno de los rincones. Y aquellas flores que plantamos. Y el abedul. La Rosalba. Los cipreses que medían dos palmos ya alcanzan a los campanarios.

Agradezco las horas tranquilas. Las horas calmosas del final de esta tarde. Del día de hoy al que aboca todo este pasado. Llegué aquí amoratada y arañada. Débil. Arrasada. Hace mucho tiempo ya.

Hoy mi seguridad es tan sólida como las tapas de esos libros de colecciones que nos encanta leer. En los que nos apoyamos ella y yo para hacer tantas cosas cotidianas. La buganvilla del color exacto que ella escogió hace años, rodea la verja que hemos construido a base de todo este tiempo. Como para proteger este paraíso particular, solo nuestro.

Ella, arrellana su cuerpito en la butaca blanca de mimbre, bajo su eucaliptos preferido. Lee. Esa preciosidad delicada de piel blanca que está ahora sumida en el mundo de su lectura, me ha dado tranquilidad. Toda la serenidad que necesitaba para reconstruirme.

Yo, al otro lado del jardín, la observo. Observo todo. El resultado.


Y a penas puedo mantener mi taza de café en la mano. Tomo consciencia de mi vida. De todo eso que se ha construido. Que hemos erguido. Esa costumbre que me ha devuelto a la vida. Toda esa serenidad que he confundido con la felicidad.

Parpadeo. Intento erradicar este sentimiento asfixiante.
Pero soy incapaz.
La cruda realidad siempre llega con aquello que uno siente.


Y es que siento que todo es un decorado.
Mi perfecta y trabajada vida es un teatro.

No significa nada.
Algo en mi interior ha desencadenado un tic tac. Pienso para mis adentros ¿Cuántos minutos quedan para que la amenaza llueva sobre este espacio cuidadosamente inviolado? Para que empiecen las lágrimas. Las acusaciones. El dolor. ¿Cuánto queda para que ocurra que deje de poderlo esconder? Que vea la luz lo que acabo de alterar para siempre.

Ella no sabe nada todavía. No sabe que acaba de empezar la invasión más cruenta. Que se van a tener que revisar todas las geografías. Todos los portulanos. Todos los mapas del universo. Cada uno de los atlas de mar.

El territorio que ella creía suyo, que yo también creía suyo, ha sido anexionado.


Has regresado a la ciudad.
Te acabo de ver.

martes, 17 de julio de 2012

Quién lo diría (o ilusión 13.333)


63, Rue de Seine.
Nos encontramos abajo. En la entrada.
No sabemos como saludarnos.
Nuestros labios, torpes,
intentan poner los besos
en el sitio adecuado.
Que nuestras frías mejillas,
esperan.
Que no nuestros corazones cálidos.

No sé si yo te acompaño,
me acompañas tú,
o mutuamente nos acompañamos,
por el jardín que huele a aquellas flores
que ni tú ni yo pronunciamos.

En lugar de tomar las escaleras,
en vez de subir a pie,
nos metemos en el ascensor.
Hoy por primera vez.
Para que nuestros cuerpos más juntos.
Para que nuestro aliento más condensado.

Tú, más valiente, hablas del tiempo.
Vaya día
¿No?.
Yo, recuperándome,  contesto algo.

Quién lo diría.
Como dos desconocidas.

Contradictoriamente, al fin,
llegamos al final del paso.
A aquel punto exacto
Que dos destinos bifurcan,
a diario.
Me sonríes. Te sonrío.
Y me alejo.
Abro mi puerta.
Ya has desaparecido,
y haciendo como si,
fuera la menos importante de todas las cosas,
verte este rato.

Quién lo diría.
Como dos desconocidas.
Como si ese fuera el trato.

Nosotras que nos sabemos
de memoria.
Yo, que imagino la calidez
de tu cuerpo todas las noches.
Tú, que me recorres lamiendo mi piel
cuando cierras los ojos.
Derrotadas bestias feroces,
pensando una en la otra,
al girar los cerrojos.



Variación de Itzlar Minguez Arnaiz

domingo, 15 de julio de 2012

El silencio antes de ti.



En esa hora del luego, yo y la que fui después de ti nos sentamos en el abismo de mis recuerdos. Frente a dos tazas de fe, mi imposible mirada, y tus infinitos miedos. Era la hora de la inocencia. Del olor a esperanza. Esperanza de esperar algo nuevo. Que cambiara la balanza. Y la danza, de todos los amaneceres en soliloquio. De mis continuos deliquios, revisando las dulces fotos, color sepia, de los albumes de mi memoria.


Esa hora del luego, a su vez empezó a ser historia. Quemándose por las esquinas con un antiguo fuego. Para dar paso a un luego, que asentaba los dijes con los diràs. Los te quise con los te quiero. Reconciliando lo inevitable. Lo eterno verdadero.


En esa hora del luego, yo y la que fui después de ti, nos arrellanamos en el balcón de mi mirada. Hacia tu infinito que nos devolvía su infinito. Ya no más reproches, no más celos. Ya no más rabia. Solas frente a lo que siempre por ti siento. Reconociendo derrotadas que, antes de ti, sólo hubo silencio.

viernes, 13 de julio de 2012

Mucha mierda

Telón rojo. Butacas llenas. Risas. Nervios. Complicidad. Euforia. Alegría. Mucha, muchísima intensidad. Mudas. Vestuarios. Calor. Bailarinas. Memoria. Puntas. Redes. Medias. Cortinas. Maillots. Maquillaje. Peinados. Espejos. Compenetración. Un último ensayo. Estirar. Cerca es lejos. Pasillos. Paseos. Pasos y pasos. Bastidores. Camerinos. Gritos. Aplausos. Felicidad. Cambios rápidos. Cambios ultra rápidos. Tensión. Pit Stop. Un moño en boxes. Mucha, muchísima presión. Risas. Bailes a escondidas. Focos. Cenitales. Mucho más que amigas. Se desboca cualquier emoción. Avance a oscuras. Dame tu mano. Colocarse. La cruz roja. Que grande. Que pequeño. El escenario. Transformar los nervios en nada ordinario. No te veo. Pero estás ahí. Con el corazón en la boca: gracias por venir. Sonrisa. Luz. Luz. Más luz. Y un horizonte oscuro. Dos, tres o cinco minutos de canción. El orden grapado al muro. Ánimos. Animo. Animales. Animación. Fuera de tu mente toda preocupación. Escena. Escenario. Escenificación. Sentirse el único bailando. Entre más de un millón. Memoria. En blanco. Fuerza. En color. Disfraz de faloria. Historia. Victoria. Una canción. Otra canción. El aplauso, tu Gloria. Un infierno: la mínima equivocación.  Las horas inocentes. Frente a frente. Aquella otredad. El mejor presente: aquella gente. Ver. Ser. Volar. Bailar. Vivir. Y que vosotras estéis ahí. Esta, al equipo, se la dedico. Cascada de espejos. En los que como en tiempos viejos. Yo y la que fui bailamos. En el umbral del pasamanos, de mi mirada. Al borde de los bastidores de la ilusión.  Otra. Y otra canción. Pies en punta sobre el abismo que existe bajo la cuerda. Chicas: nos toca. Mucha, mucha mierda.

jueves, 5 de julio de 2012

Aquí hubo una habitación al final del mundo.


Aquí hubo una habitación habitada. Un carcelero encarcelado. Un verdugo sentenciado. Todos los sobrinos cantantes, de las sirenas. Aquí hubo un éxtasis en bucle irradiante. Una Penélope con semblante, de azucena. Desde aquí la luna llena, acuna arropando a los amantes. Aquí hubo un amor, una morada, un mar orondo. Una forma de mirar. Un punto profundo, en eterno instante, al final del mundo. Aquí hubo un corazón sin coraza, un infinito bajo la terraza, de tus ojos infinitos. Fieles felinos como limos de dijes y ayeres cubiertos de escarlata. Aquí fuiste gata. Y gacela. Aquí fuiste la estela de todas las cometas del cielo. Aquí fuiste pura. Fuiste virgen. También oscura. Dura. Aquí fuiste sobretodo Dulce. Pequeña y Gigante. Aquí fuiste elegante. Te envidiaron las estrellas. Y las enamoradas de ellas. Aquí hubo un Tiempo. Un fragmento del viento, escrito en los analesde la historia. Aquí se aglutinó la memoria de todos los que pierden el juicio. Aquí reinó la cordura. Aquí existió la cura. De todos los males que un día fueron. Aquí vivió Locura, Pasión. Fuego. Aquí ardió un corazón, pretendiendo a otro en llamas. Aquí pereció la emoción del luego sembrado de nuncas. Aquí me lamías la nuca. Mientras se me erizaba el bello. Sin duda el lugar más bello, para morir en tu abrazo. Aquí fui vida en tus brazos. Sentí lo que nunca he sentido. Aquí hicimos un nido. Una catedral. Y perpetua condena. Aquí construimos castillos de arena. Entre mis muslos y tus dedos. Aquí fuiste, fui, fuiste, fui, Anteros. Aquí se perdió tu cadera en mi cadencia y tu carencia entre los nunca de los siempre de los sueños de los dementes, que siembran entre nucas sus siempre verdes siempre. Aquí hubo un vientre, desnudo, bajo mi vientre. Aquí hubo un nudo, en el pecho del que miente. Aquí hubo dos ventanales ventilando el horizonte. Aquí hubo un monte. De Venus. Que abracé sin que tuviera manos. Aquí vivió el verano. Entre eternas primaveras. Aquí hubo eras, en las que nos creímos inmortales. Aquí hubo un hombre. Que estas líneas escribe. Y describe. La habitación que vive, lo que no se vive en ninguna otra parte. Aquí hubo una pasión desbocada del mundo. Un Universo en celo. Una pugna entre Eros. Y Dioses. Aquí existieron feroces, intentos de perpetrar la vida. Aquí yació una herida. Junto a una palabra desnuda. Un soñé. Unos labios rotos. La irrealidad retorcida. Aquí hubo una brida y una mirada muda. Aquí hubo un Aleph. Un pedazo de tiempo. Una bocanada de viento. Un segundero tan lento, que sentenciaba minutos. Aquí no existían los lutos, los miedos, las amenazas. Aquí solo me abrazas. Para siempre. El perpetuo instante. Me recitas a Dante. Mientras muero resbalando en tus piernas. Aquí fuiste fruta tierna a salvo del resto de gente. Arrellanada en cognición diferente. Aquí me sentí amada. Por única vez. A tu lado. Aquí sentí calidez cuando el mundo fuera, yacía helado. Aquí hubo una habitación habitada. Un carcelero encarcelado. Un verdugo sentenciado. Todos los sobrinos cantantes, de las sirenas. Aquí hubo un éxtasis en bucle irradiante. Una Penélope con semblante, de azucena. Desde aquí la luna llena, acuna arropando a los amantes. Aquí hubo un amor, una morada, un mar orondo. Una forma de mirar. Un punto profundo, en eterno instante, al final del mundo.

viernes, 29 de junio de 2012

Alquel rincón al que ya no podré ir a buscarte


¿Dónde estás, amor? Hoy que ha venido tu lengua a buscarme. Y está en mi boca. Como una fruta de melancolía. Fría. Dulce. Acuosa. Indemne. Herida por tu luz.


¿En qué lugar del mundo, mientras yo abro y cierro puertas, está batiendo el viento sobre el rostro de una niña pecosa, furioso como el clima de su pecho sembrado de estepa blanca, y dulce como las tardes de ayeres cargados de dijes entre calendarios arcanos evadidos de la forma más sutil, del último rincón del Universo?


¿Qué increíble chiste te hace reír, de esa manera absurda, de esa adorable manera, mientras el mundo entero se retuerce ante tu paso, consciente y debilitado, al no llegar a ser jamás, de entre todas las mujeres que un día han sido, aquella cuyo amor desfallecerá en tu abrazo?


¿Qué haces? Di. ¿acaso lloras frente a ese mar infinito que te devuelve su infinito y aprisionas en los ojos para mirar, de esa ardiente manera, tu nueva presa?


Amor, amor. No sabes lo desierto que queda el mundo. De qué forma, cada puerta que abro en este Universo en el que sé no podré ir a buscarte, me abofetea con una habitación gélida y desolada que sola, se va extinguiendo eternamente.


Amor, amor. Yo también. Te recuerdo y me extingo. Te dibujo y me extingo. Claudico y me extingo como un dibujo de sangre arrojado a un inmenso océano que me borra con su fuego. Pero nunca me cansaré de recomponer tu rostro cantando al volante. Recitando aquellos versos de Borges junto a la chimenea. Abrazando delicadamente mi cuerpo sacudido por tu mar. Amor, amor. Me extingo en cada recuerdo. Mientras todo agoniza. Y mientras sé exactamente en qué rincón de este Universo ya nunca podré ir a buscarte.

Sobre la muerte y.


Menos mal que un día morimos. Seria insoportable escuchar eternamente a esa gente que se queja de la vida. Con el deliquio que supone dejar de ser criatura inerte en ningún sitio para tomar conciencia de las distintas formas de reír, de pensar, de sentir. Como si de la nada nos hubiesen regalado un cuerpo y un alma para llorar, amar, sufrir. Como para que los Dioses nos envidien por ser mortales y sentir hambre o sed.

Menos mal que un día morimos, sin conocer el secreto de la muerte. Eso determinaría completamente nuestro modo de vivir.

Sobre el tiempo y.

No llevo reloj. Y me río de la cuadratura consensuada de que el tiempo avanza y es real. Cuando en nuestro fuero mas interno herencia del colectivo universal, sabemos que es circular, llano, en cascada de espejos. Sabemos que todo lo que ha sucedido, una y otra vez sucederá. Que como dijo el Eclesiastés, nada nuevo hay bajo el sol. Que cada historia escribe su propia historia. Que cada página avanza hacia una nueva página, pasándose a sí misma. Sabemos que existe la hiperincursión. Y que como argumenta Clarissa Pinkola, el proceso es simple. Y es el siguiente: Vida/ Muerte/ Vida.  

El lugar donde el hermano de Simbad el marino tuvo un sobrino cantante


El pensamiento binario ha organizado para nuestro pensamiento el mayor de los desordenes. Dualismo. Gnosis. Tan es así, que me resulta abrumador que el diablo se parezca tanto a dios. Y es que, me han inculcado tanto la figura de dios, que no puedo ser indiferente al diablo, ni dejar de sentirme atraída hacia su dualidad. Es lo más parecido a él que existe. Me voy de cabeza hacia todos aquellos fantasmas de las óperas, músicas de la noche, como si del canto de las mismísimas sirenas del Peloponeso se tratase. Y me pierdo en aquel lugar en el que un dios imita a un diablo que esta imitando a un dios que imita a un diablo que está imitando a un dios que imita a un diablo que está imitando a un dios que imita a un diablo, que.  

Manu Norte



Antes yo no era la que soy ahora. Pero no. No pienso decir a qué me dediqué antes de aquel 15 de octubre del 2006. Nunca conoceréis a la Manu Norte de antes. Antes de quedarme muda. Antes de perder mi voz. No. Nunca lo sabréis. Por más que lo intentéis no saldrá nada de esta pluma. Además, poco importa porque de eso parece que haga muchos años. Parece que sea otra vida. Es de hecho, otra vida con distinta historia. Una vida de la que nunca os hablaré. Yo entonces era joven. Y ahora tengo la impresión de ser muy vieja. De ser anciana. Si. Una anciana enjaulada en el cuerpo de una niña. Arrastrando en el pecho, como lo hiciere un preso con su bola, un corazón maduro y viscoso como la pulpa de una fruta pasada. Gaseado. Agujereado como un queso gruyere. Remendado. Apuntalado. Zurcido. Una pulpa podrida que hace la vez de corazón y a duras penas puede latir por nada. Antes yo no era la que soy ahora. Pero no. A la Manu de antes jamás la conoceréis.

viernes, 22 de junio de 2012

Ilusión 12.332


El Universo estudiaba matemáticas con su hijo pequeño: “esta es la luz”, “este es el rayo”, “estas son las veleidades”, mientras el niño, distraído en el aletear de un azor, se preguntaba qué sino tan increíble tenía esa criatura alígera y majestuosa, capaz de un palpitar y de un estremecerse.


domingo, 17 de junio de 2012

El Deseo del centro. Y el Instante.

El deseo del centro: Derrida lo definió bien: un lugar imposible y omnipresente. Deriva constante por un empuje hacia un objeto ausente.

El instante: ¿De qué materia está hecho? Y voy más allá: ¿de qué está hecho aquel instante en el que cambia toda una vida?

Deseo e Instante. Cuando un deseo, trágicamente, se cumple. Cuando Deseo deja de ser. Para convertirse en cualquier otra cosa que en cualquier caso, ya no es Deseo. Porque Deseo es esa distancia. Es Imposible que deja de Ser cuando se perfecciona.

Cuando se perfecciona, el latido del corazón de Deseo se para como en medio de una carcajada clavada en un tiempo que se olvida de transcurrir. Y Tiempo se convierte en Eterno. En instante. En recuerdo. Con una pulsión que no quiere morir, no quiere abocar hacia el final, porque supondrá la desaparición, trágica, del Deseo.

Dime, dulce Sur, ¿de qué materia está hecho aquel instante que cambia toda una vida? ¿El límite a partir del cual ya nada será lo mismo? Dime, niña de pecho de clima torrencial sembrado de estepa blanca, ¿qué es exactamente lo último que ven unos ojos antes de que ya no miren como antes?

miércoles, 13 de junio de 2012

Ilusión 12.000


Los límites en mi mundo sin límites me los impone el lenguaje. Cuando no hablo, se abre y despliega más allá de lo cognoscible el pulso de todas las geografías y momentos que un día fueron. Más allá de cualquier palabra maltrecha.


La isla de mañana V


Si exceptuamos el género técnico, toda literatura es obsesión. Gestualidad de un neurótico obsesivo confeccionando su mundo. Un mundo que rehace la Nada. En el que deconstruir lo construido. Un mundo que se despliega en los mil mundos que los mil lectores se apropian. Ahondando de la forma que fuere, detrás de de aquella historia está su histeria, y un mezquino deseo de que la otredad le restituya esa Nada con su aprobación.



lunes, 11 de junio de 2012

Veintitrés años después.

Tiene la vida un lánguido argumento, que no se acaba nunca de aprender”. Dicen que sabe a luna despechada. A anís amargo. A un te quiero y no te puedo tener. Tiene el tiempo, una frivolidad balsámica. Y es que amanece un buen día y han pasado muchos años. Tantos como veintitrés.

El calendario ha mezclado tus dijes con sus sugieres. Ha cortado mis alas para volar. Ha disecando mi oficio de soñar. Y si. En las oscuras tabernas de la noche, me he vuelto a dar al vicio de olvidar.

Veintitrés años después.

Al terminarnos, fue aquella vuelta a empezar: ayuno de risas, caricias y piel. El sol dejó de ser sol para ser una lágrima en mi ojo, complicado despertar, sin querer queriendo no querer y querer llorar. Luego pasaron las horas, los días y cada una de sus noches como dicen que pasan las hojas de libros sin leer.

Son muchos, veintitrés años después.    

Y apareces tú hoy, como un luego fatuo. Cantando un no a la quieta esperanza. Blandiendo en alto tu fe. Y tu espalda, que fue mi geografía preferida, es ahora un mapa arrugado sin sentido y del revés.

Dicen: “Por el renglón del corazón, cada mañana descarrila un tren”. El nuestro hace años yace estrellado. Dime, ¿qué diablos quieres veintitrés años después?

domingo, 10 de junio de 2012

DIVINA COMEDIA (Infierno, Canto V)


“Amor que amar obliga al que es amado,
me ata a tus brazos, con placer tan fuerte
que, como ves, ni aún muerto me abandona”

Dante Alighieri

viernes, 8 de junio de 2012

Dulce intoxicación

"Night-time sharpens, heightens each sensation
Darkness stirs and wakes imagination
Silently the senses abandon their defences

Slowly, gently night unfurls its splendour
Grasp it, sense it - tremulous and tender
Turn your face away from the garish light of day,
turn your thoughts away from cold, unfeeling light -
and listen to the music of the night .

Close your eyes and surrender to your darkest dreams!
Purge your thoughts of the life you knew before!
Close your eyes, let your spirit start to soar...

And you'll live as you've never lived before .

Softly, deftly, music shall surround you
Feel it, hear it, closing in around you
Open up your mind, let your fantasies unwind,
in this darkness which you know you cannot fight -
the darkness of the music of the night.

Let your mind start a journey through a strange, new world!
Leave all thoughts of the world you knew before!

Let your soul Take you where you long to be!

Only then can you belong to me.

Floating, falling, sweet intoxication,
Touch me, trust me, savour each sensation!
Let the dream begin,
let your darker side give in to the power of the music that I write

the power of the music of the night.

You alone can make my song take flight, help me make the music of the night."

Phantom of the Opera,
Music of the Night