El Universo estudiaba matemáticas con su hijo pequeño: “esta
es la luz”, “este es el rayo”, “estas son las veleidades”, mientras el niño,
distraído en el aletear de un azor, se preguntaba qué sino tan increíble tenía
esa criatura alígera y majestuosa, capaz de un palpitar y de un estremecerse.
viernes, 22 de junio de 2012
domingo, 17 de junio de 2012
El Deseo del centro. Y el Instante.
El deseo del centro:
Derrida lo definió bien: un lugar imposible y omnipresente. Deriva constante
por un empuje hacia un objeto ausente.
El instante: ¿De qué
materia está hecho? Y voy más allá: ¿de qué está hecho aquel instante en el que
cambia toda una vida?
Deseo e Instante. Cuando un deseo, trágicamente, se cumple. Cuando Deseo deja de ser. Para convertirse en cualquier otra cosa que en cualquier caso, ya no es Deseo. Porque Deseo es esa distancia. Es Imposible que deja de Ser cuando se perfecciona.
Cuando se perfecciona, el
latido del corazón de Deseo se para como en medio de una carcajada clavada en un
tiempo que se olvida de transcurrir. Y Tiempo se convierte en Eterno. En instante. En
recuerdo. Con una pulsión que no quiere morir, no quiere abocar hacia el final, porque supondrá la desaparición, trágica, del Deseo.
Dime, dulce Sur, ¿de qué
materia está hecho aquel instante que cambia toda una vida? ¿El límite a partir
del cual ya nada será lo mismo? Dime, niña de pecho de clima torrencial sembrado
de estepa blanca, ¿qué es exactamente lo último que ven unos ojos antes de que
ya no miren como antes?
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