Dibujo de Dalí. 1929. "Le Baiser"
Piensas que nunca te va a pasar. Imposible.
No a ti. Tú eres el tipo de persona a la que jamás le ocurriría ese tipo de
cosas. Eres la única persona del mundo a la que no le sucedería algo así. No.
Nunca. No es verosímil que te ocurra a ti. A ti no. Jamás.
Y entonces. Un día llega. En el
que ocurre.
Ocurre y empieza a pasarte a ti.
Quizá convenga que dejes tus
historias atrás y te dediques a indagar sobre lo que ha sido vivir en el
interior de ese cuerpo que es el tuyo. En ese cuerpo que ha sido tu taller
desde el día que recuerdas estar vivo. Desde ese día, hasta hoy. En ese
despliegue de pliegues de datos de sensores sensoriales. De historias solapadas
y de minutos cabalgando.
Conociste al amor de tu vida.
Lo miraste a los ojos.
Y lo reconociste. Si. Un tan inmenso SI.
Un tan mágico todo.
Pero.
No lo supiste hacer mejor.
Y.
Has sido únicamente eso:
“el amante del amor de tu vida”.
(Se pronuncia rápido.
Esta frase atroz se pronuncia tan rápido:
“Has sido el amante del amor de tu vida”
Una frase dura.
A la merced de un sino con irreversible trágico final:)
Con otro.
Hoy ya está con otro.
De otro.
Hoy ya es de otro.
Y tú únicamente supiste hacerlo así de mal.
Para:
Ser el amante del amor de tu vida.
Quizá convenga analizar lo que
significa estar vivo a partir de hoy.