Hubiera podido ser la historia más hermosa vivida. Tú ser mi hermana. Más que mi hermana. Mi reflejo. Más que mi reflejo. Mi alma gemela. Y más que eso. Hubieras podido ser yo, y yo hubiera podido ser tú, en ese paso de los años que todo cohesiona. Que todo afirma, y eleva hacia un infinito nuestro, único.
Hubiera podido reconocer en tu mirada, todas las palabras no dichas. Solo con posar la mía en su profundidad. En su abismo de gata. Y entonces, a pesar de todas las penurias humanas y deshumanizantes, tu sola mirada me habría inundado en un remanso de paz, olvidando el todo. Reforzándome. Sosegándome. Lanzándome de nuevo a volar para volver a soportar cualquier cosa. Etérea ante el mundo. Esa profundidad de tus ojos que han entendido, únicos, mi sentir… jurándome, sin palabras en aquel pacto tácito, que solo y exclusivamente yo sería tu otra. Que tú serías mi otra. Y que solo era cuestión de esperar. Susurrándome a través de caricias que el tiempo era solo eso, tiempo. Y que algo tan intenso, ambrosía de Dioses, bien valía la pena tanto sufrir vertiginoso, tanto dolor y desconsuelo, tanto silencio, tanto esperar.
Hubiera podido ser la historia más hermosa vivida. Una pena que empiece y pare en mi imaginación. Que todo sea únicamente fruto de esta.
Dios… fue precioso ese soñar… y aún así, una vez los ojos abiertos, noto presionando en mi pecho un corazón, que ya no reconozco mío.
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