Si exceptuamos el género técnico, toda literatura es obsesión.
Gestualidad de un neurótico obsesivo confeccionando su mundo. Un mundo que
rehace la Nada. En el que deconstruir lo construido. Un mundo que se despliega
en los mil mundos que los mil lectores se apropian. Ahondando de la forma que fuere, detrás de de aquella historia
está su histeria, y un mezquino deseo de que la otredad le restituya esa Nada con
su aprobación.
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