Nos hubiéramos podido decir todo esto, en cualquier otro sitio que
ese café del puesto. Que no me querías. Que había alguien más en tu vida. Que tu
futuro, a mi lado no lo veías.
Nos hubiéramos podido decir todo esto, de otras mil formas,
y del resto, debiéramos habernos reído. Yo te hubiese sonreído. Había muchas
otras formas para este mismo gesto.
Así que esto es todo. Así que ya está.
Así que me quedo aquí yo. Así que tú te vas.
Todas las palabras que me vienen están de más. Todas mis
preguntas inútiles ya.
Algunos, ya me los veo, se alegrarán. Otros, ya me los
huelo, repetirán: “te lo advertimos”. “No te amaba, te lo dijimos”. Pero
poco importa eso ya.
Nos hubiéramos podido decir todo esto, en cualquier otro sitio que
ese café del puesto. Como en una mala serie de segunda. Como si nuestra historia
no mereciera nada mejor que eso.
Me hubiera gustado decirte alguna cosa más. Que Perdón. Perdón por tantas cosas... Jamás te quise dañar. Y que Gracias. Gracias
por haberme enseñado al fin, a amar.
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