Después, es cuando tienes que decidir entre un volver a existir en lo físico: poder volver a ser, a hablar, a tocar. Volver a amar, a respirar, a sufrir, a sentir en tu piel, en tu paladar, en tus huesos. Eso si, perdiendo todo ápice de memoria. O decidir permanecer etérea mas invisible a todos los que amaste o te amaron, para ayudarlos hasta que a su vez no sean más, eligiendo entonces a otro humano al que proteger. Probablemente un niño, al que acompañarás toda su vida. Y así existir en vigilia constante, generosa, elevación absoluta del amor. Existiendo en alma, sin cuerpo. Eligiendo ser ángel, en ese después.
Después... después toca decidir. Volver a nacer. O permanecer.
(Propietario de la fotografía: ZuniZoeDesigns)