miércoles, 27 de noviembre de 2024

He tenido un sueño

He tenido un sueño. 

En mi sueño me lamías los tobillos y me leías, curioso, las plantas de los pies. 

En mi sueño, recorrías mi espalda a besos y acariciabas mis pechos entregándote, exactamente, con la ternura que necesitaba. Despacio. Cálido. Me amabas. Te convertías en mariposa. En gato. En pez alado, sobre mi. Convertías mi piel en lava de un volcán que nacía en tus entrañas y pronunciabas con tu boca mis palabras. Y mi nombre. Que se alzaba por encima de todos los males que un día en esta tierra fueron. Por encima del bien, también. En mi sueño tus pensamientos bailaban con los míos tangos de medianoche, elegantes y apasionados. Tus ojos mantenían con mi mirada interesantísimas conversaciones, y mi pecho rebosaba de confianza invadiendo al tuyo con mil soles por doquier. 

Tuve ese sueño ayer. 

En mi sueño eras puro y yo etérea. Nos reíamos al volar por encima de todos los rincones de la tierra. Allá está Arabia. Allá París. Y hacías una parada en cualquier lugar para tomarme la mano y suavemente, hacer que pise con mis pies descalzos, la tierra, para recordarme, de vez en cuando, caminar. Entonces mi piel se expandía hacia el horizonte de tus sueños y nos volvíamos a elevar creciéndome de nuevo las alas. Y volvías a besarme en mi estallido de carcajadas que te hacían reír a ti también.

Ese sueño, tuve ayer.

En mi sueño me amabas pura y simplemente, como nunca antes habías sabido hacer. 

Pero desperté. 

Te vi serio. Atesorando con recelo aquella caja oscura en tu interior. 

Recordé que hacía tiempo que ya no me besabas, que ya no me abrazabas. Que ya no existía ese amor ni esa pasión. 

Lo lamenté, añorando mi sueño.

Te sonreí. Aún te amaba.

Y te dije adiós. 

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