Querida Ofelia
Hoy he venido a Oslo a buscarte porque sé que te aborrece
esta ciudad. Tú siempre fuiste más de capitales suecas.
Llevas Tiempos despotricando de lo noruego, por lo cultural.
Lo sé. Te embarqué por los pelos en aquel tren desde Bergen.
No me lo tengas en cuenta, ya conoces mi humor. Y ya sé que por los pelos no es
una expresión si no que lo hice textualmente. Pero te juro que destinaré este
mechón de tu cabello que se resistió a franquear la puerta del tren a los
mejores conjuros.
Como por ejemplo, para que te termine por gustar Oslo. Que
tiene una ópera deliciosa. Y actualmente está en cartelera Robin Hood. Evidentemente,
en noruego. Ese idioma que me encantaría, hables, para acunarme en las noches
de invierno en las que nunca estás en mis brazos y sí en los de todas esas
amantes fugaces que después de buscarte en la ópera vienen a llorarme a mí cuando ocurre que te vas a Estocolmo,
donde hoy he venido a buscarte porque sé que te aborrece esta ciudad. Tú
siempre fuiste más de capitales noruegas.
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