No dejes que la telaraña de la
rutina se teja en tus ojos.
No dejes de sorprenderte.
Cree siempre en la suerte.
No dejes de reír con todas tus
risas. Con todas tus ganas.
No te conformes.
No dejes de llorar con todas tus
lágrimas.
Ni digas que amas, si no amas
con todas tus fuerzas. Con toda tu alma.
No dejes de buscar.
No te quedes quieta.
No te agavilles en la cómoda
zona de la seguridad insulsa.
Ni en los enclaves de la calma.
Que tu vida empiece abandonando
tu zona de confort.
No temas el dolor.
No te quedes sin dudas.
No te quedes sin armas.
No ames sin la mayor locura.
No te salves del drama.
No frenes la pasión.
Deja que te maten las pasiones
que te invadan.
Y compártelas con las personas que amas.
No sientas sin sangre.
No sangres sin lágrimas.
No te escondas de la vida.
Adéntrate en las tierras
desconocidas, llevando por bandera tu magia.
Y apuesta por morir en cada
segundo que vivas.
Pero.
Si pese a todo, llega una tarde
y la telaraña teje en tus ojos la rutina.
Si dejas de sorprenderte.
Si ríes con la mitad de tus
risas.
Si ya no lloras con lágrimas.
Si te conformas y dices que amas
cuando no amas con toda tu fuerza, con toda tu alma.
Si has dejado de buscar.
Si te enclavas en la seguridad y
la calma.
Si ya no te quedan dudas.
Si ya no te azora un torbellino,
ni vibras cuando abrazas.
Si no te adentras en tierras
salvajes por temor a sentirte insegura.
Si ya no sientes con sangre.
Si ahora sangras sin lágrimas.
Si decides salvarte del drama.
Si prefieres la tranquilidad a
lo indomable de las pasiones.
Si apuestas por la vida sin
riesgo de muerte.
Si no te entregas ciega a la
suerte.
Si dejas de creer en la fuente
mágica de todas las ilusiones.
Si te apartas del éxtasis, de la
furia, de la limerencia, de la ira.
Entonces deseo que tú te salves.
Y que abraces la felicidad de tu
mundo.
Y que me abandones. A mi y a mi
irremediable forma de vivir la vida.
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