El poema más bonito del mundo se acercó a mi. Precioso. Rutilante. Magnífico. Yo lo observé enamorada. Y le dije, "te falta un verso". Entonces volvió con el último verso, y yo le volví a decir, "te falta una rima". Entonces rimó, y se volvió a acercar a mi. Y se me ocurrió que, para ser perfecto, necesitaba cambiarle el nombre, y lo cambió. Y entonces el poema más bonito del mundo se transformó en poema. Un poema cualquiera. Un poema banal. Un poema como tantos otros poemas. Y entonces yo le dije: poema, yo ya no te quiero más.
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