Alguien decidió no amarte. No lo
conozco. Seguramente no lo conoceré. Pero sé que es alguien que, de vez en
cuando, ahora mismo, se pasea por tu alma, por el balcón de tus ojos, poniendo desorden a
tus ideas ordenadas. Y entonces, a veces, te pones triste. A veces te hace mal.
Fue alguien que no quiso, no pudo, no supo, amarte o, no sé. Yo pienso que le
quedaste grande. En cualquier caso, ese alguien me hizo un regalo inmenso,
aunque aún tú no lo sabes. Aunque aún yo no te lo quiera decir. Aunque aún sea pronto para
calmar un pecho cerrado por la ausencia y mudo por el último grito de auxilio
que ese alguien (que no te llega ni a la suela de los zapatos) no quiso corregir.
Alguien decidió no amarte. O
amarte poco. Amarte mal. Amarte sin fuerzas, sin proyectos, sin coraje. Amarte
corto. Eso ahora da igual. Esa persona que decidió no cuidarte. Que te dañó.
Que te enseñó a sufrir otro poco, a despedirte, a acurrucarte muy mucho en tu
interior, a sentir que no eras bastante, a cuestionar tu forma de ser, de
sentir, de amar, de pisar esta vida, de ilusionarte, a cuestionar tu orgullo, tu ego, tu salud en
el amor. Tu manera de existir valiente. Tu autenticidad. Que puso todo patas arriba
haciéndote sentir pequeña, insuficiente, herida. Haciéndote sentir que eres
todo eso que no eres en realidad. Por supuesto que esa persona que decidió no
amarte me cae fatal. Pero, por otra parte, le estoy eternamente agradecido
porque cada una de sus decisiones de no amarte, te ha ido acercando a mí, a la
vez que ibas a ninguna parte.
Yo. Yo he decidido amarte. Amarte
mucho. Amarte sano. Amarte bien. Amarte lo mejor que sé. Aprender a diario a hacerlo mejor, a convertirlo en un arte. A aprender de
ti. De tu amor. De mí y de tu forma de amarme. Minuto a minuto. Segundo a día.
Día a revolcón. Enfado a enfado. Reconciliación a reconciliación. Desde el ring
de boxeo de nuestra cama, hasta los paseos para ver tus puestas de sol. Yo que
he decidido amarte pensando primero en tu beneficio, antes que en el mío. He
decidido discutir solo por problemas nuevos, zanjando bien y de verdad los
antiguos, seguros de que no hay más dolor, con la mejor comunicación, aprendiendo el uno del otro constantemente,
comprometidos, responsables del privilegio de nuestra relación.
Yo que he decidido amarte y
mirarte cada vez como la vez primera. Consciente de la absoluta y mágica
coincidencia que es, que tú también me ames a mi. Sin cansarte de mis taritas.
Sin querer cualquier otra guerra que no sea la nuestra. Ilusionándonos en las 10.000 citas, y las otras 10.000 que vendrán. Elegirte cada
madrugada. Elegirme tú a mi. Besarte cada anochecer. Despertarme por las noches
únicamente para mirarte a mi lado y agradecer a los multiversos que estés ahí tumbada. Junto a mi. Deseando tú aprender a amarme durante toda una vida. Deseando aprender
durante toda la vida, a amarte yo a ti. Dispuestos a cambiar eternamente, a
mejorar el uno por el otro, sin nunca jamás abandonar.
Ese alguien que decidió no amarte, me abrió las puertas del paraíso.
Muy pronto lo entenderás.
No hay comentarios:
Publicar un comentario