miércoles, 6 de julio de 2011

Ilusión... ¿o falla...?

« Fragment 397
L’homme n’est qu’un roseau, le plus faible de la nature ; mais c’est un roseau pensant. Il ne faut pas que l’univers entier s’arme pour l’écraser : une vapeur, une goutte d’eau, suffit pour le tuer. Mais, quand l’univers l’écraserait, l’homme serait encore plus noble que ce qui le tue, puisqu’il sait qu’il meurt, et l’avantage que l’univers a sur lui, l’univers n’en sait rien. Toute notre dignité consiste donc en la pensée. C’est de là qu’il faut nous relever et non de l’espace et de la durée, que nous ne saurions remplir. Travaillons donc à bien penser : voilà le principe de la morale. Roseau pensant. — Ce n’est point de l’espace que je dois chercher ma dignité, mais c’est du règlement de ma pensée. Je n’aurai pas davantage en possédant des terres : par l’espace, l’univers me comprend et m’engloutit comme un point ; par la pensée, je le comprends".
Pascal, Pensées 1670.











Visto lo visto, estando las cosas como están, andando el tiempo como anda, y todas esas frases hechas que se utilizan para denotar la inexcrutable fuerza de un destino que nosotros mismo trazamos de forma inconsciente para, acto seguido, precipitarnos al abismo dibujado, no me queda otra cosa que transcribir, uno de los increíbles párrafos del que últimamente cayera entre mis manos, cual cofre del tesoro, rebosante de diamantes, caracolas, olas implacables, fondos marinos y sonidos de mar.

« Bonenfant abrió los brazos y los dejó caer con un gesto de desesperanza. « Ha leído usted a Freud, querida ? Oh, si, seguro que si, qué estupidez de mi parte preguntárselo. Pues bien, durante muchos años, me resultó difícil concebir por qué razón un hombre como él, que tanto había hecho por la evolución de nuestro oficio, porque renuncio a calificar la psiquiatría con el nombre de ciencia, terminó sus días envuelto en un pesimismo tan denso que no merece otro adjetivo que el de antropológico. A estas alguras, sin embargo, lo entiendo perfectamente. Cada vez que he creído hacer algo por alguno de mis padientes » dijo Bonenfant destripando del todo el manojo de lavanda y arrojándolo al césped, « he tenido la oportunidad de desengañarme. Más tarde o más temprano, todos y cada uno de nosotros, créame, incluso los más fuertes, se rompen y vuelven a romperse por el mismo punto de fractura, y creo sinceramente que es más fácil girar con los dedos una goleta mercante que ponerle remedio a esta curcunstancia. Tácheme usted de escéptico, o de fatalista, pero le diré que estoy plenamente convencido de que, quien más quien menos, venimos al mundo con determinadas taras estructurales y de que basta con exponer una tara a las curcunstancias propicias para que florezca y se desaroolle a sus anchas. Ponga usted al servicio del paciente todos los útiles a nuestro alcance y no conseguirá mucho más que si construyera una pared para contener el Atlántico. Yo mismo soy medianamente proclive a la melancolía, me afecta la caída de la luz, soy, permitame la confidencia, demasiado sensible como para que mi carácter resulte del todo viril y créame que, por muchas disciplinas que me haya impuesto, y por muchos que hayan sido los arneses en los que he intentado embutir mis pobres carnes, mi naturaleza ha venido puntualmente a traicionarme, sin que, como decía Sthendal, haya aprendido de los males otra cosas que la penosa obligación de convivir con ellos, y, con el paso del tiempo, una cierta destreza para dominarlos »....


Fragmento de
"Cuatro cuentos de amor y el intocable absurdo",
Inés Marful.
(de, sin duda, recomendable lectura)






... Y dime, Pascal, ¿ es realmente la naturaleza, primero, un hábito... ?