domingo, 19 de mayo de 2019

Mi imaginación y yo un 18 de mayo


No quiero escribirte porque te quiero, escribir. Y no quiero decirte nada porque quiero decirte mucho. Como por ejemplo, que siento que necesito conocerte. Conocerte de cerca, desde dentro, desde lejos. Necesito conocerte desde todos los lados posibles. Desde todos los ángulos trazables. Desde la noche para ver en qué sueñas. Desde el alba para ver cómo te despiertas. Desde lo invisible para saber cómo actúas después de vernos. Desde a tu lado, para saber cómo actúas a mi lado. Y lo que cambias. Y lo que no. 

Vamos avanzando mi imaginación y yo. Hoy te toqué el hombro. Y te duchaste en mi casa. Y dejaste una toalla que olía a ti. 

El caso es que yo estaba muy concentrada en mi mundo en soliloquio con mis cachorros, mi nido, aparcada cualquier posibilidad de compartirlo con alguien. 

Pero apareces tú después de haber aparecido (no recuerdo cuál es el momento exacto de la sacudida, si fue el primer tenis, si fue en el medieval, o si fue mucho antes, en aquellos días en los que a la salida del cole te sentabas a la sombra de algún árbol, riendo, los ojos mirando tu pantalla de móvil mientras alguna chica de la que estabas enamorando te escribía wasaps). 

El caso es que mi imaginación y yo llevamos unos días que no conseguimos dejar de pensar. ¿Es posible que sin quererlo nos hayas embrujado? Un ramillete de orégano, unas hojas de laurel, una pizca de albahaca, y un pétalo de aquella rara flor de una montaña alta,... tan difícil de encontrar. Y ya. Sin darte cuenta de un día a otro nos tienes a mi imaginación y a mi caladas hasta los huesos. Como la lluvia de Cortázar después del concierto. 

Y mi imaginación y yo empezamos a fijarnos en cosas tuyas. En tus ojos salvajes. En tu pelo. En tu cuerpo. En tu piel. En tus dibujos a lo Maoui. Y queremos saber exactamente cuales tienes, dónde y por qué. (Hoy mi imaginación y yo también hemos avanzado porque me has contado un poco). E imaginamos que si, que podrías ser vikingo. Y observamos tus distintas formas de sonreír, de mirar, de caminar, de ponerte en pie. 

A mi imaginación le encanta imaginar. Por ejemplo, que abriste antes la puerta pero la cerraste y esperaste para salir del cuarto de la ducha a que yo estuviera delante. O que me puedas encontrar algo atractiva e interesante. Es una posibilidad irreal fruto de mi imaginación. Pero ahí estamos, mi imaginación y yo reviviendo y repasando instantes para volar un rato. Ya sabes, me encanta la ciencia ficción. 

Por esto te decía. No quiero escribirte porque te quiero, escribir. Y no quiero decirte nada porque quiero decirte mucho. Como por ejemplo, que acabáis de marcharos y ya te estoy echando de menos. Y que me encanta pasar tiempo a tu lado. Y leerte en mensajes. Y verte aparecer corriendo y saltando. Siempre sonriendo. Y tenerte en casa como si fuera lo más natural del mundo. Y que. Me encantaría ir a ese cine contigo. Y cenar con vino Y reírnos mucho. 

Y que mi imaginación se vaya a dar un buen paseo largo. Para tenerte enfrente, tú para mi sola. Solos tú y yo.