miércoles, 14 de julio de 2021

Madre


Te lloraré.

Te lloré un par de 200 noches. Y probablemente te lloraré 200 mil más. Dejo atrás todos tus reproches. Deja los míos también…


Y tú…

Sé que tú siempre lo hiciste lo mejor que supiste. Lo mejor que pudiste. Me llenaste de juegos y de cuentos. De magia, de instrumentos. Y sembraste en mi pecho el más bello jardín. 


Tú… Sin llorar ni una sola vez o… no dejándomelo ver. Siempre sonriéndome. Oliendo tu cuello a jazmín y a melocotón tú piel. 


Te amo tanto. Tanto que duele. 

Y te echo de menos. 

Si, te echo de menos. 

Te echo tanto de menos… aunque no te lo pueda decir. Aunque mi voz te sonría desde este mundo gris…


Madre. 

Me dijiste que mirara hacia el cielo. Que creyera en mi, que yo todo lo puedo. Me hablaste de un universo fiel.


Pero madre. 

Este mundo es de hielo. Tan oscuro sin ti, tan vacío tan infiel y tan fiero. Mi pecho de piedra, mi corazón congelado. Regresa a mi lado. 


Desapareció mi jardín aquí nada huele a jazmín. Madre…


Lo sé. 

Se que solo yo lo puedo aprender. Y quiero aprender a volar. Y debo aprender a volar. Lejos de ti. 


Pero. 

Necesito una vez más tu voz. Tu abrazo, tú “inténtalo”. Tu forma de reír, de mirarme, de vérmelo hacer. 


No sé si podré, ser igual que tú, hacerlo tan bien, tomar tu altitud. No sé si querré, yo esa perfección, que te ha hecho llegar a tu mejor version. 


Madre. 

Me enseñaste a ser libre. A creer en mi. A intentarlo más y mejor. 


Pero. Madre. 

Espera un poco. Quédate aquí. Que en tu pecho en tu cama en tu abrazo, es todo mucho mejor.


Madre…