martes, 1 de marzo de 2022

Ilusión 920012022

 

(Imagen: Nave Gatatiana)

Donde yo, cuando tú, siempre nadie. Nunca cada día y me pesan los hombros al darte, cada vez menos amor menos arte. Donde tú, cuando yo, siempre nunca. Y cada madrugada repito la misma manera, de mirarte sin que tú me veas.

Deja que me ponga guapa. Enséñame a ganarle a Tiempo. Yo, solo quiero volar. Y tú... nunca me esperas.

Donde yo, cuando tú, siempre nadie. Nunca cada rato y me duelen los brazos, de soñar que volamos. Donde tú, cuando yo, nunca nadie, corriendo pero lentos en esta rueda suicida, de cobayas que giran y giran.

Deja que me haga fuerte. Enséñame a siempre quererte. Yo, solo quiero volar. Y tú… Y tú… 

Y tú nunca me esperas.


Microilusión 94

 

Mi madre. Siempre tan elegante. Siempre tan bella. Ni con mis mejores intenciones yo le llegaría a la suela de sus zapatos, siempre de tacón. Flotando como un ángel y segura como un guerrero. Dulce y fuerte. Necesaria como cada uno de los botones de su vestido, para todo aquel que la llegara a conocer. Y. Es curioso que, esta foto, precisamente esta foto, haya sido la que me arrojó a la realidad de que mi padre fuera, muy a pesar de los registros civiles e inscripciones, aquel que la devora con esos (mis) ojos. Con los que también yo siempre la miraré.