lunes, 20 de febrero de 2012

Cuando nos creímos invencibles,



Quisimos hijos del frío y del fututo. Los buscamos como se buscan las palabras de un sol poniente. Esas palabras que mordieron a los niños, como un día predijera Mario Meléndez.

Hijos del frío.

Hijos del frío y de Madres Invencibles.

Hijos del frío y de Tres Madres.

T   r   e   s.

Cuenta.
Haz, te lo pido, la cuenta de las Madres.
Dará Tres. Tres siempre. Siempre la terna.

Hijos del frío.
Son, milagros de la ciencia.

¿Milagros?
¿Acaso podemos llamar a un congelador ciencia?

Abre, criatura milagrosa, tu Credo: el libro del frío de Gamoneda.

Y entenderás.
.Entenderás que todos los árboles se han puesto a gemir igual que gimieron aquellas palabras que unos padres furiosos un día mataron. Con sus pistolas.
.Entenderás que de una piel inconfesable ha nacido tu piel, ungida en la tristeza de la urgencia. Tu piel. Capricho de Tres Madres que un día fueron, y se creyeron invencibles.
.Entenderás que el amor que alimenta mi cuerpo es suficiente para darte la Vida.

Hoy Madre lame lentamente sus ciegas heridas.
Para caer de bruces. Para levantarse. Siempre, l e v a n t a r s e.
El tenedero de su pecho alberga tierra fértil desangrada. Ya sin palabras, abre paso a un frío invernal.

Bienvenida. Vida.
Vida, bienaventurada seas.
Invencible. Siempre invencible.

Estrés ambiental en un espacio helado. Niños del frío. Niños TRA.
Dime, ¿sabrán tus hijos del frío hablar en arameo?
¿Amarán los hijos del frío las gélidas mañanas como debieran amar a padres inguinales?

Mi corazón está cansado.
El de todas las Madres invencibles no. Es invencible.
Como si no tuviera fin su dulzura, se repite en las ternas de Verlaine.
Dulzura, dulzura, dulzura.

...

Fuimos hijos del frío y del fututo. Nos buscaron como se buscan las palabras de un sol poniente. Y entonces esas palabras mordieron a los niños, como un día predijera Mario Meléndez.

Ha llegado el frío a mi boca.
Se congelan las palabras.
Y no sabré volver a hablar en arameo.