domingo, 24 de julio de 2011

Borges...



"Es el amor. Tendré que ocultarme o huir."

El amenazado. Jorge Luis Borges.



Ilusión 1.010

Sin tú saberlo, me prestaste los pétalos de tus manos, la niebla de tu aliento, y como lo hicieras al endeble gorrión azotado por la tormenta, refrescaste mis patas con las gotas de rocío que emanaban de tu pecho. Me acogiste en los rincones de una exótica flor hasta hoy desconocida. Y entre tus manos me diste de beber, de comer, para nutrirme mientras dibujabas esas geografías en mi espalda que solo saben leer los amantes.

Sin tú saberlo, como el más cuidado de los tropos, tus ojos untaron mi cuerpo sin palabras, y una oración cubrió mis heridas cual sábana de pureza en la que se transformó mi cuerpo entero.

Si tú saberlo, te convertiste en mi oración de todas las noches. En mi credo de todos los días. Y mi temblorosa piel, encontró entre los pliegues de tu alma nuevas delicias y los mil y un secretos nunca antes revelados.

Sin tú saberlo, me encogí en la palma de tu mano, dejando fluir esa voz tan tuya a la que me acostumbré, que me susurraba islas infinitas y atardeceres de mirra y oro, consiguiendo convertir mis cráteres en geodas rebosando racimos de lunas que habías hecho traer solo para mí.

Sin tú saberlo, me te convertiste en el bálsamo redentor de mi dolor eterno. Ungiste mis alas de tu inmensa forma de amarme, como jamás antes lo habían hecho. Una forma infinita.

Y volé.

Fue entonces que me escupiste algunas de esas palabras, transformándolas en otras tan distintas… Es entonces cuando me proferiste el mayor de tus insultos: “cobarde”.

Sin tú saberlo, me devolviste a la vida, serena, erguida… Y lo sé. Sé que todo ha sido, sin tú saberlo.