sábado, 28 de abril de 2012

Roxanne,

Roxanne, los celos me volverán loco...

"His eyes upon your face
His hand upon your hand
His lips caress your skin...

It's more than I can stand."

 

viernes, 27 de abril de 2012

Escrito en el cuerpo, de Jeanette Winterson

"La pérdida es la medida del amor"

También yo he Escrito en el Cuerpo de Jeanette Winterson.
Y, de la forma más absoluta, recomiendo su lectura.

Anagrama, IBSN: 978-84-339-1498-9
Traducción de Encarna Castejón.

martes, 24 de abril de 2012

Cuestión de hiperincursión



Hay Personas que simplemente hacen que seas más feliz y más intenso.
Hay Personas.
Que simplemente.
Madre aprisiona todo el cielo en sus ojos. Incluso cuando llueve en la ciudad.


Madre es una de Ellas.
M  a  d  r  e.


La señal de humo con forma de tu voz se convirtió en nube. Y la nube en poema. Y el poema en amores caducos de una ciudad mal alcantarillada cuando llueve demasiado.

Yo hubiera deseado que toda la lluvia se fuera al campo. Pero no. Se fue a la ciudad. Y te pinché la inyección con la aguja del Reloj de Tiempo. Con la del Segundero, para ser más precisos. Y entonces cesaron tus delirios y tus poemas. La fiebre de tu frente amainó, y el rigor de tu rostro se transformó en el de la mujer perfecta. Hablaste en braile. Las pecas de tu piel resbalaron entre ayeres.

Tiempo lineal se fraccionó para entremezclarse en los futuros de tu cuerpo. No perderse ni un sólo detalle. Desdoblándose cuanto hiciera falta.

Hay Momentos. Que simplemente.
Como con las personas.
Hay Momentos que lo cambian todo.


Y es entonces que te das cuenta.
Que nunca más pasaremos las mañanas de domingo leyendo a Byron y creyéndonos inmortales. Que ahora son todas las margaritas que un día fueron, las que me deshojan a mi – si, no, si, no, si…- y que es Tiempo el que teme mi paso.

Ya nunca será lo Mismo.

Nunca.
No.

Lo único que sé,
de entre todo lo mucho que ignoro,
es que será mucho Mejor,
a partir de ahora,
Todo.

Lo dicen mis pensamientos antes de dormir.
Lo dice aquel hermoso futuro que, entre el sueño vela acaricio y traigo a mi lado.

Hay momentos.
Y hay personas.
Que simplemente.

Es cuestión de física cuántica.
Es cuestión de hiperincursión.

lunes, 23 de abril de 2012

Amores caducos.


He sufrido una intoxicación por un amor en mal estado.

Para ser honestos, y aunque reniegue de estas palabras cuando pasen dos segundos, padezco de la tripa en numerosas ocasiones. Es mi talón de Aquiles. Digo que renegaré de estas palabras porque tengo complejo físico de toro y de roble (y bien orgullosa, por cierto). Y cualquier detalle que me lance a la pira de las debilidades será desechado por mi caprichoso carácter en un futuro inminente en el que, de todas las mujeres que seré, no vuelva a ser la que escribe estas palabras.

La última de mis hazañas (valentona corsaria) ha sido sucumbir a este amor en mal estado, y heme aquí, retorcida en mi misma, y en el lecho de unos recuerdos alienados. Intento no quedarme dormida, porque sé significará una y otra vez revivirlos de forma intensa y real, para luego despertarme rebautizada en posos de sudores de unos tropos infestados.

Al tragar, tengo en la garganta el regusto de paloma enferma intentando entonar maltrechas églogas. Mi piel tiene el color amarillento de los mil ocasos que nunca fueron. Y mis ojos ausentes se han perdido en alguna quimera en la que un día creyeron aún más que yo.

Acabo de poner una denuncia en el “Juzgado de Instrucción que por turno corresponda”. La he redactado formalmente cual excelso abogado. Identificando el tipo de injusto, la antijuricidad, la culpabilidad y el nexo causal, aun a sabiendas que poco seguimiento de ella se hará: este todavía no es un delito tipificado. La actual justicia sigue muy por detrás de la sociedad y a duras penas recoge la realidad de nuestros mundos.

Así que lo siguiente que he hecho es ponerme a buscar en la web algún caso parecido al mío. Hay veces en las que no sabemos dónde ir a por aquello que hemos perdido dentro de nosotros. En un arrebato de irracionalidad, encuentro algo parecido a lo que aferrarme, como una pobre dipsómana que buscara en la dársena de alcohólicos anónimos algún caso similar, no sé yo si para apoyarme en ellos o bien para reírme despiadada.

Requebrada entre las imágenes del rigor de su rostro y el epitafio de sus risas, vuelvo a encontrar en la web algo que me alienta a relativizar mis males. Es la siguiente noticia con un titular que reza así: “un poema en mal estado intoxica a 13 personas de melancolía

Me tranquilizo. Al menos mi enfermedad no es fruto de un lirismo metafísico, con las consiguientes psicopatías imbricadas por entelequias que imposibilitan diferenciar lo real de lo irreal. No. Mi enfermedad es producto de un hecho palpable tan intenso como cierto que, al cabo de demasiado tiempo y como preveían todas las codificaciones científicas que un día se escribieron, ha caducado.