martes, 24 de abril de 2012

Cuestión de hiperincursión



Hay Personas que simplemente hacen que seas más feliz y más intenso.
Hay Personas.
Que simplemente.
Madre aprisiona todo el cielo en sus ojos. Incluso cuando llueve en la ciudad.


Madre es una de Ellas.
M  a  d  r  e.


La señal de humo con forma de tu voz se convirtió en nube. Y la nube en poema. Y el poema en amores caducos de una ciudad mal alcantarillada cuando llueve demasiado.

Yo hubiera deseado que toda la lluvia se fuera al campo. Pero no. Se fue a la ciudad. Y te pinché la inyección con la aguja del Reloj de Tiempo. Con la del Segundero, para ser más precisos. Y entonces cesaron tus delirios y tus poemas. La fiebre de tu frente amainó, y el rigor de tu rostro se transformó en el de la mujer perfecta. Hablaste en braile. Las pecas de tu piel resbalaron entre ayeres.

Tiempo lineal se fraccionó para entremezclarse en los futuros de tu cuerpo. No perderse ni un sólo detalle. Desdoblándose cuanto hiciera falta.

Hay Momentos. Que simplemente.
Como con las personas.
Hay Momentos que lo cambian todo.


Y es entonces que te das cuenta.
Que nunca más pasaremos las mañanas de domingo leyendo a Byron y creyéndonos inmortales. Que ahora son todas las margaritas que un día fueron, las que me deshojan a mi – si, no, si, no, si…- y que es Tiempo el que teme mi paso.

Ya nunca será lo Mismo.

Nunca.
No.

Lo único que sé,
de entre todo lo mucho que ignoro,
es que será mucho Mejor,
a partir de ahora,
Todo.

Lo dicen mis pensamientos antes de dormir.
Lo dice aquel hermoso futuro que, entre el sueño vela acaricio y traigo a mi lado.

Hay momentos.
Y hay personas.
Que simplemente.

Es cuestión de física cuántica.
Es cuestión de hiperincursión.

No hay comentarios: