jueves, 4 de agosto de 2011

Esto no es una ilusión...

Llueve en mi espalda perlas de los colores de la escala cromática que tienen los nogales telúricos de tu molino. Se escurren al toparse con el contacto de mi piel, país de agua, que intenta recordar vanamente la suavidad de tu isla.

Mi piel conoce tu piel de memoria. De una manera onírica, de una manera venérea, de una manera ignota, de una manera absurda, de la mejor de las maneraAñadir vídeos.

Adoro mi espalda porque es fuerte. Es recta. Está fortalecida. Son años y años de arduo trabajo y tesón.

Y hoy… esta espalda que adoro, y que todo lo puede soportar, recibe sin embargo de tus manos en ella perdidas, la mayor de las dulzuras bajo las que, con todo lo que es ella, (ella es tanto y tanto…) empieza a temblar…

Esas manos, luego van y te cuentan historias de un mundo que solo existe donde estoy yo. Un mundo donde rompe el mar al borde de mi pecho. Un mundo donde me dices a mi, y solo a mi, cosas más allá de todo esto que no amor... Que no desvelaré jamás.