jueves, 22 de septiembre de 2016

Quiero ser tu Japón

Tú. Apareciste tú. No lo quería. Pero ya estabas. Tu mundo me arrastraba. Tú. Aun sin habernos dicho nada. Amanezco en tu mirada. Dos perseidas esmeralda. Y yo. Que no se muy bien si. Que soy más bien de allí. De sures y caracolas. De Egeo y revueltas Jonias. Pero tú. Apareciste tú. Entre líneas y proyectos. No hay más sitio para versos. Aunque mis sueños, los trazas y rediseñas. Los mides y los piensas. Los alzas y proyectas. Tú. Te marchas a Japón. Y quiero ser tu Japón. Y convertirme en insecto disecado. Para que me destripes y disecciones. Permanecer a tu lado. Tú. Con tu voz rota, tu deje murciano. Ojala hubiera tenido a alguien, que me siguiera a cualquier parte. Hasta el otro lado del mundo. Hasta Japón. Ojala me hubieras roto el corazón. O sólo necesitado. Debería haber parado, el mundo, para gritar "Quédate a mi lado". "Sígueme a mi permaneciendo aqui". Que yo quiero ser tu bióloga. Quiero ser tu Japón. Olvidaré cualquier rebelión, mitilénica o sáfica. Me tendrás en el salón, recostada frente a la chimenea, como una piel negra de pantera, a juego con tu cabello. Fuego. Invade mi interior. Quiero ser yo tu Japón. (Aunque dure menos de minuto y medio, y luego, me vuelva a mi Universo de sures, de caracolas, de sueños).