lunes, 7 de mayo de 2012

Ilusión 10.006

Había una época en la que no tenía otra cosa que hacer que esperar a que saliera Luna desde las entrañas del horizonte. Tocar a oscuras, mi fiel piano. Comer trozos de pan casero hecho en el horno artesanal de algún ángel. Y ponerle miel al café con leche de soja al quedarme sin azúcar.

Yo dudaba de mi efectividad por aquel entonces. Y así, entre piano y piano, escribía pequeños opúsculos, novelas, y devoraba libros. Veía a los paseantes porfiados de enigmas andar abrazados por la playa, y a los perros bañarse en el mar.

Era una vida mía. Tan mía como sentía míos los siete faros del horizonte que custodiaban el séptimo cielo que habitaba. Fulguraban en mi alma. El mar rompía suavemente en mi pecho, una y otra vez, una y otra vez. Deliquios con igual cadencia que mi piano. Había una época en la que me bastaba con vivir
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