domingo, 15 de julio de 2012

El silencio antes de ti.



En esa hora del luego, yo y la que fui después de ti nos sentamos en el abismo de mis recuerdos. Frente a dos tazas de fe, mi imposible mirada, y tus infinitos miedos. Era la hora de la inocencia. Del olor a esperanza. Esperanza de esperar algo nuevo. Que cambiara la balanza. Y la danza, de todos los amaneceres en soliloquio. De mis continuos deliquios, revisando las dulces fotos, color sepia, de los albumes de mi memoria.


Esa hora del luego, a su vez empezó a ser historia. Quemándose por las esquinas con un antiguo fuego. Para dar paso a un luego, que asentaba los dijes con los diràs. Los te quise con los te quiero. Reconciliando lo inevitable. Lo eterno verdadero.


En esa hora del luego, yo y la que fui después de ti, nos arrellanamos en el balcón de mi mirada. Hacia tu infinito que nos devolvía su infinito. Ya no más reproches, no más celos. Ya no más rabia. Solas frente a lo que siempre por ti siento. Reconociendo derrotadas que, antes de ti, sólo hubo silencio.

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