domingo, 20 de enero de 2008

Ibiza en domingo de enero

Este domingo no he pisado la oficina. Los que más me conocen saben que no suele ser lo habitual, pero ese domingo me he permitido el lujo de disfrutar de lo que forma parte de la tradición ibicenca que tantos buenos ratos me ha hecho pasar.

Santa Agnes de Corona y el camino por los almendros en flor. Un aire húmedo y fresco en el campo mientras los rayos de sol de finales de enero pican en la cara. El olor a madera quemada y a sobrasada asada es tan particular que afloran mil recuerdos. Recuerdos de Ibiza. De las reuniones. Recuerdos de esa bonita infancia donde no existía preocupación y donde anochecíamos entre juegos mientras los padres rodeaban la chimenea y entre historias preparaban el pan y asaban la sobrasada que desprendía ese olor. Y veíamos anochecer y el humo desde la casa que se mezclaba en ese cielo azul como creando nubes falsas de ceniza y viento.

Esas casas blancas de muro ancho y ventanas pequeñas. De arcos y de tradicional composición. Entre almendros. Entre tierra roja. Con algún pozo y con un horno de pan.

Esas casas tan frías que incitaban al acercamiento cerca de un hipnótico fuego en el que desfilaban historias, anécdotas y horas tan agradables entre gente tan dispar e interesante. Gente con ese pequeño acento de aquí que me llena de ternura, gente sin prisa con posturas cómodas, soberanas de un tiempo que es tan escaso para mi… gente llenas de vida en una tarde de vida.

Y entonces pienso en la cantidad de tardes de domingo que he pasado en la oficina, terminando cualquier cosa, siempre dejando pendientes para el resto de la semana, siempre quedando mil cosas por terminar. Por mejorar. Por entregar. Por revisar. Por inventar. Siempre con un trabajo infinito. Con ansias de crecer hacia un nivel de capital para codearme y competir con los grandes, con los de división de honor. Con ansias de más y más, porque el trabajo me apasiona por raro que pueda sonar. Pero hoy entiendo porqué estoy aquí, en esa isla un poco mágica un poco fantasmal. A pesar de haber conocido Madrid. A pesar de haber soñado con Nueva York. A pesar de haber pensado en irme a Paris… Todos esos preciosos sitios… esa actividad constante, ese ritmo esa libertad y calidad de elección… esa oferta cultural y ese nivel de ambición… que me he planteado…

Sin embargo aquí está mi elección,…

Y cierro los ojos y respiro este aire. Y esta tarde de domingo entre amigos, entre historias y conversación. Todavía me queda el olor de la ropa a chimenea y un energético chute de oxígeno y de sol para comenzar la semana.
Un abrazo,

1 comentario:

Anónimo dijo...

Que gozada. Que envidia.
Cuantas veces echarías de menos esto en Madrid...

Fdo: Ibicenca en Madrid