viernes, 30 de mayo de 2008

FASCIAS


No dejéis que nada os sorprenda tanto
hasta el punto de cuestionaros todo lo
que un día fuisteis.
Despierta… un, dos, tres,…ya.

Todo empezó en aquel Enero del 2008. Hasta entonces habían pasado 15 años en los que había conseguido ser feliz. 15 años en los que lo había olvidado todo. Fue mi subconsciente o tal vez fuera mi consciente el que había tapiado esa historia, una historia que no había durado más de varios minutos si sumáramos todos los segundos que la formaron. Puede que fuera por eso que, sin quererlo, cuando ya era demasiado doloroso, lo tapié. Lo soldé y lo tiré allá donde solo van las cosas que nunca han pasado. Ni siquiera donde van los recuerdos, que a veces se recuerdan. Sino donde la nada. Donde el vacío. Lo coloqué en el mismo lugar que aquel lugar del que venimos. Que aquel lugar al que vamos.

No. No fue decisión. Fue automatismo. Porque de otra forma lo recordaría. Hubiera quedado todo ese tiempo latente en mis poros o en mis venas. A duras penas hubiera podido entonces continuar mi existencia con la misma actitud. Pero lo recordaría. Debido al esfuerzo del disimulo. Debido al esfuerzo del olvido que, a menudo, únicamente se consigue matando todo lo bueno. Debido a la mutación consciente de una mentira, hasta creerla realidad.

No fue decisión porque no recuerdo nada de todo eso. Cada poro, cada membrana de mi interior, cada fascia de mis músculos supieron que era lo que tenían que hacer para olvidarla. Y para poder vivir estos 15 años alegre, todo mi cuerpo ajeno a lo que había sentido. Había conocido. Con una ligera retracción que me hacía más fuerte que el resto de los mortales. Con más poder puesto que no era capaz de llorar. No era capaz de sentir miedo. Ni era capaz de sentir dolor. Tampoco era capaz de sentir mucho más que la nada. Un vacío que ahora reconozco desde la vulnerabilidad de un desplazamiento demasiado acorde a su peso. Un vacío que me hacía fuerte pero de insípida existencia. De insípida coherencia. De insípida disciplina.

Y aquel enero de 2008 la volví a ver. Entendí que la había estado esperando sin saberlo. Que todos esos años no había hecho más que absorber conocimientos para poder volcarlos en ella. Para que estuviera orgullosa de mi. Tanto yo. Tanto ella. Su desplazamiento, tan acorde a mi peso, me había enseñado a querer. A quererla solo a ella. Por sus gestos, por su elegancia. Por su porte. Por su voz. Por su fuerza. Por la luz que desprendía.

Y fui a por ella. Sin que ella lo quisiera. Sin que yo lo supiera.

Y caí.

Caí como el que cae desde un precipicio sin tener a donde agarrarse. Como el que cae sin conseguir abrir el paracaídas con el que contaba y por eso había saltado feliz. Caí como nunca había caído, para recibir una bofetada de la luna. A la que todo lo que pido me concede… y a la que nunca eso le pedí….

Despierta… un, dos, tres, …ya.
Vuelvo a erguirme, vuelvo a andar.
Tengo la huella demasiado fresca, disfrazada pero fresca. Vuelvo a no sentir nada. A no temerle a nada. Vuelvo a aparentarlo todo. A no saber sufrir,… a no saber llorar .
Despierta… un, dos, tres, …ya.

1 comentario:

Anónimo dijo...

tal vez debieras haberselo pedido a la luna...normal que todo te lo conceda...o tal vez este por llegar tu deseo...un,dos,tres...despierta!